Eritrea se ha convertido en el país número 64 que produce aceite de oliva, según señala el consultor estratégico y experto en aceites de oliva Juan Vilar. El cultivo del olivar en Eritrea es tradicional y de secano, las explotaciones pequeñas y los olivos no están dispuestos en hileras. La variedad principal es una evolución de la “olea africana”, o acebuche autóctono, que es muy común en el territorio de Eritrea, se encuentra con mayor frecuencia en altitudes entre los 400 y 2.500 metros. Esta variedad tiene una elevada tolerancia a la sequía, altas temperaturas durante el día y especialmente bajasdurante la noche. El fruto es pequeño y con un contenido en aceite bajo por la escasa relación entre pulpa y hueso.

Hay varios molinos tradicionales, y se llevan a cabo procesados de aceituna de mesa de forma doméstica. El número de hectáreas plantadas es de unas 10.000,  más los bosques de acebuches. Toda la producción se destina a uso doméstico de aceite. La recolección se lleva a cabo entre los meses de mayo y julio. La olivicultura es de corte tradicional, y la elaboración de los productos, aceite y aceituna, artesanal. La producción de aceite de oliva es deficitaria, por lo que debe recurrir a la importación para cubrir la demanda interna.

El Gobierno del país ha destinado grandes fondos a la reconversión en regadío de gran parte de su superficie cultivable. Además, a través de varios programas, incluso escolares, ha hecho grandes esfuerzos por la repoblación de su territorio, apostando firmemente en este propósito por el olivo, además de por su resistencia, por su posibilidad de explotación económica, tanto por el aceite que produce como otros subproductos, como, por ejemplo, alimento para ganado.

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