líderes por calidad, producción y convicción

En primer lugar, me congratula especialmente que una nueva publicación se ocupe de nuestro sector oleícola y sirva de instrumento a agricultores, almazareros, envasadores y demás profesionales del sector para informarse y formarse. Un proyecto para el cual le deseamos los mayores éxitos.

Cuando acaba de cerrarse la campaña 2011/2012 y se está recogiendo ya en el campo la aceituna, conviene tener en cuenta algunos datos, aunque ya sean conocidos. La producción media de aceite de la provincia de Jaén en las cinco últimas campañas, según datos oficiales de la Agencia para el Aceite de Oliva, supera las 554.000 toneladas. Una cantidad que se acerca al total del aceite de oliva que se consume en España. Esta producción, además, constituye el 50,6 por ciento del aceite de Andalucía, el 41,5 por ciento de la producción española y el 19 por ciento del aceite de oliva del mundo.

Así pues, podemos afirmar que Jaén es líder mundial en el sector del aceite de oliva. Sin embargo, este buen posicionamiento no deber ser nunca un fin en sí mismo, sino el instrumento que permita, a quien ejerce de líder, acometer las actuaciones que lleven a todo su sector a conseguir las metas anheladas. No deben olvidarse las presiones y ataques de los competidores a los que se encuentra sometido este líder, una carga que acompaña siempre al éxito y a la que también debe saber hacer frente.

Por ello, para mantener su posición, el sector jiennense no debe “dormirse en los laureles”, sino, por el contrario, luchar en todo momento, no sólo para consolidar su liderazgo, sino también por ser el primero en afrontar los retos a los que deba hacer frente el olivar.

En estos últimos tiempos han sido varios los intentos de desprestigio que ha sufrido nuestro producto insignia. Ante esta situación debemos ejercer el liderazgo y alzar nuestra voz en defensa de la calidad y del buen hacer de nuestros agricultores, almazaras y envasadores, así como denunciar a las “ovejas negras” que, puntualmente, no cumplan las reglas del juego y que, con su irresponsabilidad, tanto daño hacen al conjunto del sector.

Está claro que el consumidor quiere calidad y está dispuesto a pagar por ella, incluso hasta algo más, pero, a cambio, también exige garantías. La confianza, que la otorga y la quita el que paga por la calidad, se consigue con mucho tiempo, trabajo y haciendo bien las cosas siempre. Es decir, en todo el proceso que comienza con el cultivo y la recogida del fruto, pasa por su molturación en la almazara y concluye con la extracción y envasado del aceite. Un buen hacer que debe mantenerse incluso cuando nadie lo ve. Por convicción. Por la satisfacción del trabajo bien hecho y para conseguir la excelencia.

Hoy en Jaén, como corroboran los premios nacionales e internacionales obtenidos, cada vez son más los aceiteros que apuestan por este camino y que deben ser ejemplos a seguir por todo el sector. La defensa de la calidad de nuestros vírgenes debe ser la base  de toda estrategia de futuro. Una línea de trabajo que debe estar unida a una apuesta por la concentración de la oferta, el respeto al medio ambiente, la investigación de las cualidades saludables aún no descubiertas del aceite de oliva y, además, de una promoción inteligente.

Esta senda implica un esfuerzo por parte de los productores jiennenses, no vamos a negarlo, pero también cuenta con el respaldo de la Junta de Andalucía y con el mío personal como delegada territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente. Además, tiene asegurada la recompensa: Fieles consumidores que aprecian la excelencia de los mejores aceites.

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