Un informe del consultor estratégico y experto en aceite de oliva Juan Vilar afirma que el 20% del olivar español está en riesgo de abandono. A su juicio, la sostenibilidad del aceite de oliva español requiere iniciativas (por parte de todos los agentes implicados en la cadena de valor) basadas en la trazabilidad, unos estándares de calidad más exigentes, la diferenciación de sus variedades, la promoción del consumo y la educación del consumidor; priorizando la generación de valor sobre el volumen de producción, así como dotar de inversión continua destinada a la formación a los pequeños agricultores en prácticas eficientes y sostenibles, así como a la concienciación de toda la cadena y al conocimiento del consumidor.

En España, el Olivar Tradicional No Mecanizable (OTNM) supone del orden de 500 mil hectáreas. Es decir, más del 20 % del total de olivar en nuestro país y de 200 mil pequeñas explotaciones (de entre 1 y 3 hectáreas cada una) de unas 300 mil familias de Andalucía, Castilla-La Mancha, C. Valenciana, Cataluña y Aragón, que podrían desaparecer en los próximos 10 años. Esta es la principal conclusión del Informe Salvemos el Buen Aceite, elaborado por el analista oleícola internacional Juan Vilar y encargado por Deoleo, multinacional española de alimentación, líder mundial en comercialización de aceite de oliva.

España es el principal país productor y exportador de aceite de oliva del mundo, con un total de 2,7 millones de hectáreas de olivar productivo, más del 90 % destinadas a la obtención de aceite. La productividad es la más alta de los 65 países productores (Entre 544 kg. de aceite por hectárea en olivar tradicional y 720 Kg. en eficiente en seto), en 575 mil explotaciones de olivar con una producción media de 1,3 millones de toneladas de aceite de oliva (70 % de calidad virgen o virgen extra). En el ejercicio actual las exportaciones de aceite de oliva se estiman en más de 3.000 millones de euros, un 15 % del total de exportaciones agroalimentarias nacionales, solo por detrás de las de cereales y hortalizas. El sector supone el 0,6 % del PIB nacional, y da trabajo directo a más de 220 mil personas (casi el 1 % de la población activa y el 29 % de los trabajadores agrícolas). Si incluimos el empleo indirecto, las cifras ascienden a 1,3 millones de empleos (5,7 % de la población activa), según señala.

En los últimos seis años, la olivicultura internacional ha experimentado una gran expansión, con más de 11,6 millones de hectáreas de olivar distribuidos en 65 países productores, encabezados por España, Italia y Grecia. Durante los últimos 15 años, se ha pasado de 46 a 65 países productores, se han plantado 1,65 millones de hectáreas (10 nuevos olivos cada segundo) y se ha incrementado un 34 % la producción mundial.  La capacidad productiva potencial del olivar mundial ha aumentado hasta los casi 5 millones de toneladas de aceite de oliva anuales.

Por otra parte, se ha producido una caída del consumo de más de 5 puntos porcentuales acumulados en las últimas 9 campañas y que, en la última y según datos del Consejo Oleícola Internacional (COI) y del propio Juan Vilar, ha sido de casi 3 millones de toneladas. En España, primer país productor y uno de los principales consumidores de aceite de oliva del mundo, el consumo también está descendiendo. El crecimiento en la categoría virgen extra (AOVE) no compensa la bajada general.

Por tanto, y como se desprende del informe realizado por Juan Vilar para Deoleo, la sostenibilidad del olivar español, especialmente el OTNM, característico de nuestro país, está en serio peligro, sobre todo debido a la brecha creciente entre producción y consumo en España y en todo el mundo.

No obstante, en declaraciones de Juan Vilar “es posible, y necesario, revertir esta situación. Hace falta el compromiso de todos los agentes del sector para mantener un tipo de olivar que tiene un importante papel social, económico y medioambiental, que es típicamente español y que, por su singularidad, aporta una enorme riqueza y variedad a la oferta de aceite de oliva”.

El riesgo de desaparición afecta al 20 % del olivar español, un sector centrado en el volumen y en la agresividad en los precios, lo que se une a la caída del consumo. Todo ello con mayor impacto negativo en la sostenibilidad del OTNM, caracterizado por su atomización (240 mil pequeñas explotaciones y 300 mil familias).

Los costes productivos por kilo de aceite de oliva varía entre una amplia horquilla determinada por el tipo de cultivo, oscilando entre los 0,80 euros de las explotaciones de alta densidad y los 2,40 euros/kg de media (en ocasiones hasta 3 euros) de las tradicionales, en fincas de alta pendiente y no mecanizables, lo que las sitúa bajo el umbral de la rentabilidad.

Como consecuencia de ello, unido al descenso del consumo y el resentimiento de los precios en origen, ya se encuentran en proceso de abandono más de 130 mil hectáreas de este tipo de olivar, único y muy característico de España, que utiliza varietales autóctonas, adaptadas a sus climas y suelos, con un perfil organoléptico diferencial y propiedades exclusivas de aceites de oliva que, en otro caso, no existirían. El OTNM aporta además beneficios medioambientales como la absorción de CO2 (1 millón de toneladas al día), la reducción de la erosión del suelo y la desertización, así como el mantenimiento del ecosistema animal. Otro de los claros efectos de estos olivares es el mantenimiento del empleo y por tanto el freno a la despoblación rural, en territorios con climas y orografías donde otros cultivos no pueden prosperar.

Como propone Juan Vilar, estratégicamente hay distintas alternativas eficaces que solventan esta situación. En primer lugar, es necesario que la demanda absorba a la creciente oferta mediante políticas de instituciones gubernamentales o no, de carácter macro, que establezcan un entorno adecuado de consumo, donde todos los olivares, sean cuales sean, resulten económicamente rentables. Tras ello, el olivar tradicional ha de impulsar estrategias de diferenciación y singularización, y promover que el usuario adquiera su producto singular y de valor añadido, por un precio superior que garantice una mayor renta neta al olivicultor en origen. Ejemplos claros de este tipo de estrategias son la olivicultura ecológica, olivicultura biorregenerativa, olivicultura biodinámica, olivicultura heroica, aceites singulares, etc., los cuales se están ejecutando en origen y el consumidor debe conocer para poder valorarlo adecuadamente. También resulta importante optimizar los costes, aunque éstos en este caso tienen un límite de optimización obligado.

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