Parece que el fugaz y sorprendente desencuentro surgido en la candidatura de los Paisajes del Olivar de Andalucía ha quedado en una tormenta en un vaso de agua, por lo que esperemos que las objeciones y las alegaciones aducidas por ASAJA, la COAG y Cooperativas Agro-alimentarias de Jaén respecto a la obligatoriedad de inscripción en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz (requisito que no será necesariamente obligatorio) no tengan en el futuro impacto alguno en la imagen y en la solvencia del detallado y currado expediente.

Un expediente que ya fue entregado por la Diputación de Jaén, que pilota el proyecto desde hace más de ocho años, a las administraciones en el pasado mes de enero y que se encuentra actualmente en el Comité de Patrimonio de la Unesco, en París, a la espera de su análisis y estudio por si es necesario hacer alguna sugerencia o aclarar algún detalle que lo complete antes de preparar su exposición definitiva en la asamblea que tendrá lugar en Arabia Saudí en octubre de 2024, periodo para el que aún faltan veinte meses.

Salvado el escollo planteado y recuperada la ansiada unanimidad que cohesiona y debería reforzar el expediente, es oportuno señalar que es saludable y enriquecedor la participación, la transparencia, el debate e incluso la discrepancia, si es necesario, pero bajo mi punto de vista haciéndolo previamente en las mesas y en las reuniones que se convocan; sin ánimo de airear, porque esas diferencias pueden dañar el crédito y la unión en torno a una candidatura que merece la pena y que a buen seguro traerá ventajas para el olivar y los aceites de oliva, aunque sea un intangible cuyos beneficios a priori no es posible medir ni evaluar en el corto, medio y largo plazo.

Yo no voy a entrar a discutir las legítimas razones que cualquier organización pueda defender, faltaría más; pero, sí entiendo que nuestra provincia no está para perder más oportunidades ni más trenes, por lo que conviene hacer un ejercicio de responsabilidad y tener más visión de futuro, solventando cualquier duda o diferencia en el seno de la comisión, como finalmente se ha hecho, con ánimo de sumar. Bien está lo que bien acaba tras haber sido reconducido en un breve periodo de tiempo.

De todas formas, es bueno recordar que se ha dado un gran paso, pero no hay nada conseguido aún, por lo que es aconsejable apelar a la prudencia y hacer una demostración de moderación. Y recordar que la mejor protección que puede tener el olivar es que se le cuide para que siga vivo, productivo, dando frutos para, además de generar riqueza y empleo, vertebrar los cientos de pueblos y ciudades, a los que el cultivo del olivar en Andalucía confiere una auténtica cultura, una personal idiosincrasia y una genuina y singular forma de vida, la que le concede un producto tan poliédrico como los aceites de oliva.

Por eso es una gran noticia que este expediente continúe con la hoja de ruta trazada para su candidatura, en la que está incluido un porcentaje pequeño de hectáreas pertenecientes a catorce enclaves territoriales del total de 1,6 millones de hectáreas de olivar con que cuenta Andalucía. Y tras quedar allanado el camino, ahora es tiempo de hacer pedagogía, de cerrar filas y de influir a modo de lobby para conseguir esta deseada catalogación para los Paisajes del Olivar de Andalucía. Nos la merecemos.

*Asensio López, director de Oleum Xauen

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