Esta cosecha de la campaña 2022-2023 no será la peor del siglo XXI, pero será prima hermana de la 2012-2013, aunque conviene puntualizar que la realidad de la superficie productiva es hoy mayor que hace una década. Una cosecha con un rendimiento medio graso bajo y que no llegará a las cifras estimadas en los aforos oficiales, por lo que pasará a la historia por ser una campaña que ha estado condicionada sobremanera, en cuanto a la conformación del fruto, por las olas de calor, por la prolongada y duradera falta de lluvias, con graves consecuencias para el desarrollo vegetativo del fruto por el fuerte estrés hídrico del olivar, y por el aumento de los precios de los aceites de oliva en el mercado de origen, incremento trasladado también en los lineales debido a la confluencia de una serie de factores que han tenido su reflejo en el aumento de los costes de producción (carburantes, energía y otros insumos).

En la campaña 2012-2013 se consiguieron 618.000 toneladas de aceites de oliva, cifra que se verá ligeramente superada en esta campaña 2022-2023 una vez que se computen las cifras finales de cosecha y los ajustes de campaña. Como quiera que las cartas están ya boca arriba y descubiertas, ahora de lo que se trata es de jugar lo mejor posible la partida y saber leer dónde estamos para administrar bien las estrategias en estos siete meses y medio que restan para dar carpetazo a esta mala campaña.

Unas estrategias que dependerán de muchos factores, pero que conviene poner en marcha desde la prudencia y el rigor para jugar bien las cartas con el fin de no pegarnos tiros en los pies. No hay varitas mágicas ni recetas infalibles por cuanto, como vengo sosteniendo desde hace años, el sector oleícola es muy heterogéneo y con intereses diferentes, por lo que las estrategias no son iguales para todos o no deberían serlo. Hay que tener en cuenta el tamaño de las empresas, las necesidades y urgencias de cada una de ellas, la cantidad de calidades de aceites que tengan en las bodegas y otros muchos factores, entre los que hay que tener muy presente, como siempre, a la meteorología.

Por eso, además de pedir que llueva porque dos campañas consecutivamente paupérrimas sería de una ruina de imprevisibles consecuencias, conviene saber administrar la insuficiente producción de esta campaña, cuya comercialización estará en el entorno de las 1,3 millones de toneladas si incluimos la escasa producción, las importaciones y el enlace de 453.000 toneladas de la pasada campaña, sin olvidar que no debe cesar la lluvia fina de la promoción, aunque el aceite que quede sea muy justo para enlazar con la venidera campaña, pero no duden que vendrán mejores y mayores cosechas en próximas campañas.

*Asensio López, director de Oleum Xauen

Entradas recomendadas