La Cumbre Climática de Bakú (Azerbayán) ha puesto de relieve un dato más que preocupante: 2024 superará al pasado año como el más cálido de la historia humana y las consecuencias son patentes: olas de calor, incendios forestales o catastróficas tormentas e inundaciones. Ante esta realidad, los líderes mundiales tratan de tomar decisiones de las que depende toda la humanidad. Uno de los temas abordados, y que ya se incorporó a las negociaciones en la Cumbre de París de 2015, es el mercado de carbono que a partir de ahora estará regulado por Naciones Unidas. Este mercado sirve para que empresas o países compren o vendan certificados que representan emisiones o reducciones de gases de efecto invernadero (GEI); es decir, intentar compensar las emisiones a través de acciones que reduzcan la contaminación.
El biocarbón cumple un papel esencial en estos mercados de carbono, ya que, según la Asociación Española de la Biomasa, en 2023, el biochar representó el 94% de los créditos de eliminación de carbono a largo plazo. Carboliva, empresa con sede en la localidad jiennense de Puente del Obispo, produce biocarbón con la biomasa del olivar, lo que dada la importancia del olivar en Jaén y en toda Andalucía, se abre una importante oportunidad para el sector, no sólo para la gestión y revalorización de los subproductos del olivar, sino también para realizar una gran contribución a la lucha contra el calentamiento global.
Hay que recordar que Carboliva obtiene el biochar calentando indirectamente pulpa y hueso de la aceituna en un horno pirolítico produciendo biogás y biocarbón. Al carbonizar esta biomasa, se produce una fijación del carbono que ésta absorbió durante su ciclo de vida, y parte del cual volvería a la atmósfera si se descompusiera o quemara. El biochar se entierra, secuestrando por tanto el carbono por miles de años, y mejorando, por sus cualidades, la salud de ese suelo. Su utilización en el olivar mezclado con compost cierra por tanto el ciclo, la propia materia vuelve al olivar para enriquecerlo, ya que mejora la fertilidad del suelo y aumenta la retención de agua.
En definitiva, con el biochar elaborado a través de la biomasa del olivo se abre una nueva oportunidad para el sector del olivar para monetizar su cultivo además de poner su granito de arena contra el cambio climático.