La IGP Aceite de Jaén culmina estos días su proceso electoral, con la renovación de la mitad de sus miembros en un Consejo Regulador equilibrado y heterogéneo, con un equipo que encabezará José Gilabert, el presidente de la cooperativa San Vicente de Mogón (Puerta de Las Villas), que tiene otro perfil profesional al de Manuel Parras Rosa, el alma máter de esta figura de calidad diferenciada que tanto le debe este marchamo de calidad por su demostrado esfuerzo, dedicación y entrega para su puesta en marcha a lo largo de los últimos quince años.

Y no menos fundamental ha sido su capacidad de liderazgo, de aglutinar, de limar asperezas, sus buenas relaciones con las instituciones y colectivos, su carisma, su competencia, su valía, su conocimiento, sin ser ni mucho menos olivarero ni aceitero. Un gran divulgador de la olivicultura, siempre pedagógico, directo y al grano. En él se juntan talento y talante, y no son  halagos vacuos ni gratuitos.  

Y todo ello sin olvidar los sinsabores y los pelillos a la mar que tuvo sortear, junto con el exdelegado de Agricultura Juan Balbín, para poner en marcha la IGP Aceite de Jaén por las iniciales y fuertes reticencias, resistencias e incluso oposición, lo que motivó una dilación de una década hasta que fue aprobada por parte de la UE tras una ardua labor de sus promotores. Y eso conviene recordarlo y refrescarlo en honor a la verdad, por lo que es justo y oportuno reconocerlo y subrayarlo.   

Acabado este periodo, comienza otra etapa que entiendo que debe ser mucho más ambiciosa, con más implicación, con otras estrategias y planteamientos para que este instrumento sea más útil y una herramienta más provechosa en términos de certificación, promoción y de rentabilidad económica, su razón de ser, desde el origen (Jaén), el territorio que ostenta el liderazgo mundial en cantidad y calidad de aceites de oliva bajo el paraguas de la marca Aceites de Jaén, que a todas luces hay que robustecer y vigorizar.

Pero para eso los inscritos, los que están dentro de esta figura de protección y calidad diferenciada se lo tienen que creer más y tener una mayor convicción, pero no de boquilla, sino con hechos. Por ejemplo, certificando con este sello sus excelentes zumos naturales de aceituna fresca por parte de las 72 marcas pertenecientes a sus 60 inscritos que han apostado de momento por este extraordinario marchamo de calidad.  No se trata de estar, se trata de hacerlo de forma convencida, de involucrarse y de comprometerse sin pretender ser convidados de piedra.

Porque no podemos permitirnos el lujo de no exprimir todas las posibilidades de esta IGP que tanto trabajo costó, de sacarle toda su rentabilidad y de estrujar todo su valor, máxime en el territorio líder que debe dar imagen y que es el icono mundial oleícola. Por eso, esta IGP debe estar llamada a desempeñar un papel más relevante en la certificación, control y promoción de los muchos y deliciosos aceites de oliva virgen extra que produce con mimo y excelencia el sector oleícola de la provincia de Jaén. Y para eso debemos reforzar y proteger el origen y potenciar las estrategias de márketing que posicionen con mucha más visibilidad sus excelentes néctares de aceituna.

*Asensio López, director de Oleum Xauen

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