
Esta campaña 2025-2026 por la que transitamos es prima hermana de la anterior, aunque ninguna sea igual a otra. Todas tienen sutiles diferencias, matices dispares, singularidades propias y su particular idiosincrasia. Ahora que estamos en el inicio de la recolección es el momento de pararse a pensar y reflexionar sobre los retos para la consecución de unos objetivos de mínimos y en tener una perspectiva amplia y estratégica, que vaya más allá del día a día para tener la capacidad de ver por encima de lo inmediato y prescribir recetas que vigoricen la fortaleza de este cultivo y de este superalimento.
Y ello con el fin de sacarle el máximo jugo, exprimir todo su valor y estrujar las mejores posibilidades, sin prisas, sin nervios, sin palos de ciego, sin volantazos injustificados, sin entrar en pánico, sin dejarse llevar por intereses partidistas, sin las inercias y urgencias de otros años y a ser posible sin cometer los mismos errores. Desde planteamientos realistas, coherentes y asumibles, con el timón en las manos y estableciendo sinergias, esa palabra tan cursi y tan de moda, lo que de toda la vida de Dios era echarnos una mano los unos a los otros.
Hay que intentar por todos los medios saber gestionar la campaña con profesionalidad, con oficio, con competencia, con visión, con audacia, con atrevimiento y hasta si es menester con osadía. Y con personas líderes que tiren de este carro sin que se le pongan palos en las ruedas. Con capitanes y pilotos que sepan conducir y leer en cada momento la marcha de la campaña y que gocen de la credibilidad suficiente para que sus instrucciones y sus recomendaciones surtan efecto y beneficien al interés general y a la gran mayoría.
Por lo pronto, si los avances de cosecha se cumplen (estimación de 1.372.000 toneladas de aceites de oliva), junto con el estocaje de las 290.000 de enlace y las potenciales importaciones de más de 200.000 toneladas, podemos estar hablando de una eventual disponibilidad de 1,9 millones de toneladas para afrontar los doce meses de la campaña oleícola en España, repito doce meses y no doce semanas, con un valor razonable, equilibrado, justo y digno para todos los eslabones de la cadena de valor, sobre todo para el olivar tradicional más vulnerable por cuanto tiene unos costes de producción más elevados.
Una cosecha media en la que se prevé que el abastecimiento de los mercados sea fluido, y en la que toca ejercer el liderazgo con acciones, con solvencia y con una remuneración estable y bien ponderada. Tampoco es mucho pedir. Ya si se consigue es como para tirar cohetes, visto la visto en la pasada campaña. ¡Con qué poco nos conformamos! Hay que vender con valor, abriendo y consolidando mercados, buscando nuevos consumidores y ya que los mercados, la geopolítica, los aranceles, el proteccionismo y las demás barreras no impidan frenar el avance de un producto para el que se fija como meta que para el año 2040 se alcancen los cuatro millones de toneladas de comercialización de aceites de oliva, como sostiene el ministro Planas. Todo un reto. Pero más desafío es que se comercialicen con valor; si no es así, poco mérito tendrá y habremos fracasado en el intento.
Asensio López
Director de Oleum Xauen