A pesar de todos los pesares, la campaña oleícola 2021-2022 que hoy pone su epílogo no ha sido para nada mala en contra de lo que pueda parecer; es más, la calificaría de moderadamente buena.

Más allá de la brocha gorda, conviene argumentarla para desmitificar algunas leyendas que pesan sobre este estratégico sector, como el hito del posible récord de comercialización de aceites de oliva a unos precios más que razonables y dignos. Se ha demostrado que se puede vender mucho aceite a buenos precios. O la extraordinaria y alta cotización sostenida del lampante, cuyo estrecho diferencial entre calidades puede erosionar el discurso de la apuesta rotunda por la calidad, aunque bien es verdad que podría tratarse de una cuestión puntual  provocada por la invasión de Ucrania con repercusión en el aceite de girasol. O no. Veremos.

Una campaña con mucha incertidumbre, con turbulencias y con  unos mercados muy volátiles que en los aceites de oliva han estado paradójicamente estables e incluso “in crescendo”. El alto precio de la energía, de los carburantes y de los insumos han contribuido también a disparar la inflación, a lo que se ha unido que la sequía y la falta de precipitaciones hayan allanado el camino de la poca certidumbre en términos de producción como consecuencia del mal cuajado del fruto de aceituna debido al fuerte estrés hídrico del olivar y de las reiteradas olas de calor que hemos padecido, el olivo por supuesto que también, pese a su demostrada resistencia contra vientos, mareas y adversas condiciones meteorológicas de naturaleza varia.

Una campaña en la que se ha conjugado bien los términos valor y volumen por cuanto a los buenos precios se une una producción importante, con casi 1,5 millones de toneladas. Unas importaciones que podrían estar en la órbita de las 200.000 toneladas, con un enlace posiblemente de unas 450.000  y con la mencionada excelente comercialización, con cifras muy destacadas para la exportación y el mercado interior. Y todo ello con la aprobación del plan estratégico de la PAC en España, que ha provocado discrepancias, división de opiniones y oposición, sobre todo en Andalucía.

Y a partir del próximo lunes conoceremos las cifras de la estimación de cosecha de aceituna y de aceite de oliva (aforo) de la Consejería de Agricultura para la campaña 2022-2023. Y eso ya será otra historia que habrá que escribir con todo lujo de detalles a lo largo de sus doce meses.

*Asensio López, director de Oleum Xauen

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