
Antes de escribir la segunda línea de esta reflexión quiero dejar claro que este asunto sobre el que profundizo hoy es complejo y tiene muchas aristas. Pero también quiero dejar con meridiana claridad y serenidad que es manifiestamente mejorable en una provincia como Jaén que es una tierra más que acogedora, sensible con el que lo necesita, empática con el que sufre y hospitalaria a más no poder.
Habrán podido comprobar que me estoy refiriendo al dispositivo de acogida de los temporeros que vienen al albur de la recolección de la aceituna, la red de albergues que se puso en marcha hace décadas con el unánime reconocimiento de todos por considerarla modélica. Ocurre, no obstante, que desde hace años, en los primeros días, se desborda un poco la situación, se traslada una imagen negativa de Jaén que para nada se corresponde con la solidaridad de que hace gala la provincia, y no lo digo porque sea jiennense, lo subrayo porque lo demuestra siempre, aunque se siga tropezando con la misma piedra.
No es de recibo que el dispositivo del Ayuntamiento de Jaén se colapse un poco al ser el referente provincial y “se coma el marrón” al tener que hacer un sobresfuerzo para afrontar en solitario este masivo despliegue en esos primeros días casi a pulmón, sin que se incremente la ayuda que debería recibir de otras administraciones, principalmente la Junta de Andalucía, en un asunto que requiere del esfuerzo y del concurso de todas las instituciones, del empresariado y del resto de colectivos y organizaciones que forman parte de este dispositivo.
Hoy la situación y el contexto de la recolección de la aceituna han cambiado, en algunos aspectos de manera notoria, pero no en la llegada de personas que vienen al mayor territorio productor de aceituna con el legítimo y humano objetivo de buscarse la vida y ganarse el pan. Pero justo es admitir que, pese al enorme trabajo y esfuerzo que se hace en materia de acogimiento, hay que hacer autocrítica en relación con este asunto por el cuello de botella que se produce en esos primeros compases de la campaña por la masiva llegada de este contingente de personas que acuden a Jaén y no por puro placer.
Por eso hay que darle una mano de barniz a este asunto, actualizarlo a su realidad, repensarlo para mejorarlo, revisar sus fechas de apertura y fijar unos criterios unitarios para que no se junte el hambre con las ganas de comer y sálvese quien pueda. Hay que anticiparse en las soluciones y movilizar los recursos necesarios. Por lo pronto esto debería estar resuelto hace muchos años, así como no dejar para el final un asunto que sabemos que toca para octubre, que es cuando empieza la recolección temprana. Pongamos las soluciones sobre la mesa en los meses anteriores desde la eficacia, la eficiencia y con medidas apegadas a la realidad, que no estén trasnochadas ni miremos para otro lado cuando sabemos que la historia se va a repetir si seguimos utilizando el mismo modelo de actuación y el mismo manual de instrucciones.
Hay que fomentar por todos los medios la contratación en origen, tener claro que todos los albergues deben abrirse de forma simultánea, incrementar las partidas presupuestarias, una mayor información, más pedagogía y currarse más este asunto en los meses previos a la campaña, una respuesta que esté a la altura de las circunstancias y del momento. No acordarnos de Santa Bárbara cuando truena. Hagamos los deberes antes y no emborronemos la buena imagen de Jaén, que es impecable en ayuda, colaboración y en dar amparo.
*Opinión de Asensio López, director de Oleum Xauen




