
Sería conveniente, por el bien de un instrumento que ha demostrado su validez y su ayuda, no manosear y cuestionar tanto el aforo con el que se avanza la estimación de cosecha de aceituna y de aceites de oliva para la campaña oleícola y que elaboran con profesionalidad y competencia los técnicos de la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía.
Una herramienta que goza, por consiguiente, de rigor, credibilidad y solvencia; aunque como mera estimación que pronostica, por supuesto que no es infalible. Por eso tiene un margen de error de +/-10%, y eso teniendo en cuenta las excepcionales circunstancias meteorológicas en las que vivimos últimamente por la emergencia climática, que no es cosa menor ni “peccata minuta”.
Un instrumento el aforo que ha demostrado a lo largo de las últimas décadas su utilidad, su acierto, su transparencia y que es un elemento de ayuda para que el sector y los operadores que intervienen en la cadena de valor diseñen sus estrategias de mercado de presente y de futuro. Queda claro, no obstante, que sus pronósticos no son el resultado de una fórmula matemática inequívoca de seguridad plena que hacen adivinos con absoluto tino. Desde luego que no. Es una estimación, un augurio, una predicción, que suele acertar, pero que también pueda estar sujeta a error.
Los resultados serán los que sean finalmente y eso lo sabremos en marzo, más o menos. Pero observo en las últimas campañas que hay sonadas discrepancias y profundos desacuerdos por parte de algunas organizaciones sobre las cifras que se presentan cuando luego prácticamente se suelen cumplir o aproximarse las estimaciones. Quede claro por mi parte que es muy legítimo que se disienta y se puedan cuestionar los datos del aforo, faltaría más. Y que se revise lo que haya que revisar si hace falta. Pero sin tanto ruido.
No creo que sea aconsejable ni positivo estar cada campaña pidiendo una revisión y una actualización de los datos del aforo por el olfato que algunos tienen en algunas zonas concretas o porque el rendimiento graso se ha desplomado en las primeras semanas de recolección. No confundir la parte con el todo, ni el principio con el final. Esto va de medias y de promedios.
Y tampoco creo que sea muy serio estar dando volantazos en las cifras mareando al personal y sembrando dudas por aquello de que la duda ofende, aunque se dude con la mejor de las intenciones. Yo abogaría, en cualquier caso, por hacer examen al final, con su correspondiente crítica y autocrítica a este respecto cuando la producción esté en las bodegas y decir lo que haya que decir, con contundencia y exigiendo todas las explicaciones que sean precisas. Porque si no, más que un aforo tenemos un híbrido de aforo que sólo persigue la plena certidumbre, el absoluto acierto, y para eso no se necesita entonces el aforo.
Y ya puestos a pedir y a demandar haríamos bien todos en, más allá del aforo, en ocuparnos de estructurar mejor el sector y de afrontar con determinación los verdaderos y grandes problemas que tiene el olivar y los aceites de oliva, que no son pocos por cierto, y que necesitan del concurso y de la ayuda de todos cogiendo al toro por los cuernos aun a riesgo de que nos dé una cornada.
*Asensio López, director de Oleum Xauen