Desde hace unas semanas observo con inquietud y desconcierto la controversia surgida a raíz del aumento del precio del aceite de oliva, un producto que parece ser, a tenor de la creciente polémica surgida a cuenta de esta inédita situación, que se ha convertido en el chivo expiatorio para descargar las culpas de muchos males por este considerable aumento del coste de la vida. Nada más lejos de la realidad. Creo que se ha abierto la veda de la falta de rigor y del desconocimiento de un producto que no merece los palos que recibe porque a mi juicio es injusto y no está justificado. Claro que ha subido el aceite de oliva; eso es innegable, pero no vean fantasmas más allá de que no hay oferta y entonces el mercado tiende a regularse para que siga habiendo y para no desabastecer los mercados. Como sucede con otros muchos productos que dependen de la meteorología.
En reflexiones anteriores pedía un poquito de por favor y de contención. Hoy solicito y ruego que cesen estas críticas, o al menos que tengan un sostén argumental razonado y razonable, por el daño que se le puede hacer al crédito y a la reputación de uno de los mejores productos que tenemos en España y a un sector productor que sólo trata de vivir dignamente. Fundamentalmente porque no se ajustan a la realidad y porque ya es hora de dejarnos de acordarnos del aceite de oliva sólo cuando truena.
Como profesional del periodismo agroalimentario y como jiennense creo estar en la obligación de exponer mi punto de vista sobre este producto estratégico que tanto seduce y enamora para que no se erosione el prestigio ganado a pulso y en el que muchos han trabajado y trabajan para colocarlo en el lugar que honestamente se merece. No le den más vueltas. Como he escrito en anteriores tribunas, reitero que estamos ante una situación muy extraordinaria, que muchos no han entendido a raíz de la exagerada e hiperbólica dimensión que se le está dando a esta situación excepcional, que estimo desproporcionada y muchas veces carente del rigor que sería necesario.
La situación es la que es, principalmente, debido a una escasísima cosecha que ha provocado que mengüe de forma alarmante la oferta en esta campaña, y ya les avanzo que continuará en la venidera. Eso no es cosa menor, ni creo que beneficie a nadie. Entérense, hay muy poco producto; por consiguiente, sube la cotización de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda que a pocos les gusta cuando está en máximos, pero que hacen mutis por el foro cuando está en mínimos y entonces ya no sale en la escena.
Además de desmontar y contrarrestar esta indeseable situación, el sector oleícola, sobre todo el productor, está en la obligación de trabajar y de exigir la puesta en marcha, ahora más que nunca, de campañas de promoción que incidan y recuerden las bondades y los beneficios de los aceites de oliva desde muchos puntos de vista, entre ellos el económico, el nutritivo y el de prevención de la salud al ser la mejor y más saludable grasa vegetal existente en el mercado por las propiedades tan completas que atesora. Porque el AOVE es un tesoro que tenemos en España y además ostentamos el liderazgo. Ejerzámoslo, por lo tanto, con determinación y con sentido común.
*Asensio López, director de Oleum Xauen