
Con motivo del Día Internacional contra el Cambio Climático, el Consejo Oleícola Internacional (COI) reafirma su compromiso con la sostenibilidad del sector y contra el calentamiento global. La organización impulsa diversos proyectos que contribuyen de manera directa a la consecución de los objetivos de neutralidad climática adoptados por Naciones Unidas para 2050, promoviendo la adaptación del olivar a los nuevos escenarios ambientales, desarrollando una metodología para medir y optimizar la capacidad de secuestro de carbono de este cultivo, preservando la diversidad genética, entre otras iniciativas.
“El olivar representa más de 11 millones de hectáreas de bosque cultivado, capaces de absorber alrededor de 4,5 toneladas de CO₂ de la atmósfera y almacenarlo de manera estable y permanente en su estrutura vegetativa y el suelo por hectárea cada año. Esta extraordinaria capacidad de captura le convierte en un aliado esencial frente al cambio climático, ya que contribuye a reducir los gases de efecto invernadero y a frenar el calentamiento global”, subraya Jaime Lillo, director ejecutivo del COI.
El Proyecto de Balance de Carbono, actualmente en fase piloto, es una iniciativa para medir y optimizar la capacidad de secuestro de carbono del olivar, con el objetivo de demostrar su papel como sumidero natural y promover una agricultura más sostenible. La herramienta digital, ya en funcionamiento, está incorporando datos de más de 600 explotaciones inscritas, lo que equivale a 400.000 hectáreas distribuidas en 29 países. A partir de esta
plataforma, el COI pretende desarrollar un esquema de certificación de créditos voluntarios de carbono con la aspiración de ser la referencia internacional para la evaluación ambiental del cultivo del olivo y la llave de entrada de muchos agricultores a los mercados voluntarios de carbono.
Desde 1994, el COI coordina una red de bancos de germoplasma que hoy agrupa más de 1.800 variedades de olivo en ocho colecciones ex-situ (España, Italia, Marruecos, Turquía, Argentina, Israel, Irán y Grecia) que han sido reconocidas como colecciones internacionales por el COI. Estos bancos actúan como auténticos conservatorios de biodiversidad genética del olivo, garantizando la protección del patrimonio genético del olivo a través de plantas vivas y semillas, para asegurar así el futuro de este cultivo milenario que se ha extendido ya a los cinco continentes.
Con este objetivo, el COI junto con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y la Universidad de Córdoba (UCO) están preparando para el próximo año el primer depósito de material genético del olivo en el Banco Mundial de Semillas de Svalbard. La conocida como Bóveda del fin del mundo, que cumple una misión humanitaria y forma parte del sistema internacional de conservación de la diversidad genética de las plantas, bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ayudará a proteger a una de las especies más antiguas del planeta, frente a cualquier desastre o los efectos extremos del cambio climático que llegarían a provocar la desaparición masiva de olivares.
La transferencia de conocimientos también es esencial para impulsar el desarrollo sostenible del sector, uno de los objetivos claves de este organismo intergubernamental recogidos en su convenio. En esta línea de trabajo, se ha presentado recientemente una actualización digital del Catálogo Mundial de Variedades de Olivo. Se trata de una herramienta científica de acceso libre que reúne información detallada sobre las variedades de olivo (« Olea europea ») más representativas a nivel mundial.
En este proyecto participan más de 90 autores y expertos procedentes de las principales
universidades e instituciones de investigación dedicadas al estudio del olivo. Actualmente, dispone de un buscador indexado y geolocalizado de contenidos a través de un mapa interactivo y para los próximos meses, el catálogo incorporará más de 400 fichas varietales adicionales, se traducirá al resto de lenguas oficiales del COI (francés, italiano, árabe) e incorporará herramientas de inteligencia artifical.
El COI reitera que el futuro del olivar y del aceite de oliva depende de una acción conjunta basada en la ciencia, la innovación y la colaboración internacional. “La lucha contra el cambio climático no es solo una necesidad ambiental, sino también una oportunidad para transformar el sector en un modelo de sostenibilidad y bienestar global”, destaca Jaime Lillo. Para Lillo, el gran desafío de las próximas décadas será alimentar de forma sostenible a una población mundial en constante crecimiento. Desde la perspectiva del Consejo Oleícola Internacional, el futuro del aceite de oliva pasa inevitablemente por apostar por la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático, reforzar la calidad y autenticidad del producto y promover un consumo responsable a escala global.




