En un anterior reportaje con motivo del primer viaje de prensa organizado por la Asociación para el Desarrollo Rural de la comarca de El Condado (Asodeco) a parte de esta comarca (Vilches, Arquillos y Navas de San Juan) ya apuntábamos que esta zona exploraba la promoción de la cultura del olivar y de los aceites de oliva a través de su fusión con el turismo.

Una experiencia la del oleoturismo con la que que se pretende que deje de ser algo excepcional y se generalice en todo su territorio para enriquecerlo como destino y sumarlo así a su tradicional y atractiva oferta turística en torno al toro de lidia y a su variado patrimonio histórico, arquitectónico, natural y paisajístico, sin olvidar su rica gastronomía. Un turismo para conocer sus raíces, sus tradiciones, sus afanes.

Con el objetivo de estimular la llegada de visitantes y de que los turistas hagan parada y fonda, los municipios de El Condado proponen una aventura de calidad rural a través de la historia en esta tierra que es encrucijada de caminos y que resalta por su gran valor ambiental. Por todo ello, tiene una decidida apuesta por impulsar y singularizar el turismo del aceite de oliva y del olivar, por valorizar esta cultura oleícola que da vida y riqueza a esta comarca de Jaén, que limita con el sur de Ciudad Real y con las comarcas jiennenses de La Loma y Las Villas.

Un olivar que vertebra todo Jaén, que tiene como elemento diferencial su mar de olivos, con el que pretende optimizar un turismo de experiencias, de emociones, para visitantes dispuestos a una tentadora y disfrutona escapada por esta aún desconocida comarca que atesora unos ocho millones de olivos plantados por la mano del hombre en municipios de escasa población asentados sobre un extraordinario marco de belleza paisajística que combina el olivar, la dehesa y la sierra, que despunta, igualmente, por el agua y sus embalses.    

Esta segunda etapa del viaje de prensa tuvo como punto de partida Castellar, en concreto en la almazara Aceites Castellar que produce el reconocido AOVE Nobleza del Sur. Aquí la gerente de Asodeco, Mercedes González, y el alcalde del municipio, José Mena, dieron la bienvenida a la expedición. La responsable de la industria oleícola, Lola Sagra, abundó en la apuesta y el compromiso de su empresa por el oleoturismo en esta zona situada a los pies del río Guadalimar y de Sierra Morena.

Sagra explicó con todo detalle el proceso de producción de sus zumos naturales de aceituna fresca en una almazara que produce una media de dos millones de kilos de aceituna, unos 300.000 kilos de aceites de oliva envasado de la variedad picual y arbequina, además de ecológico en estas dos monovarietales. Aceites que exporta a unos cuarenta países y que tiene una apuesta decidida con la biodiversidad a través de la marca Olivares Vivos. Por tal motivo, ofrecen paquetes oleoturísticos consistentes en visitas guiadas a la almazara, al olivar, desayunos saludables y con sesiones de catas, entre otras propuestas, en una compañía comprometida con el amor a la tierra y al olivo. Una almazara que tiene como reto el lanzamiento próximamente de una gama de productos agroalimentarios.  

Desde aquí partimos hasta la empresa Arte Olivo, dedicada a la fabricación y producción de piezas de artesanía en madera de olivo, que innova e incrementa su amplia gama de productos con los mordedores de madera de olivo para perros. Una madera de olivo resistente que es muy versátil y con buenos resultados y aceptación desde el punto de vista de la estética y la decoración, según subraya el director comercial de Arte Olivo, David Castaño. Un paseo por el casco urbano y sus numerosos enclaves de interés turístico, con la visita a la Colegiata de Santiago Apóstol, el Palacio de la Casa de Medinaceli o el Museo Ibérico, entre otros reclamos, completaron la visita a Castellar, un municipio que sorprende por su discreta belleza.

Santisteban del Puerto fue, seguidamente, nuestro segundo destino, con una visita a las huellas de dinosaurios, un yacimiento que nos transporta a un pasado muy remoto en una edificación que se pretende mejorar, según explicó el técnico municipal Jacinto Mercado. Tras la comida, pusimos rumbo a Sorihuela del Guadalimar, donde su alcaldesa, Ana Belén Rescalvo, nos dio la bienvenida y nos adentró en su historia, en sus tradiciones y en el gran legado de las construcciones con piedra seca, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2018; unos chozos, muros y majanos de origen tradicional y popular que tenían como objetivo servir de refugio en el campo, así como el de guardar los aperos. Chiclana de Segura, con su sosegada belleza y sus imponentes vistas, puso la guinda y  el epílogo a este viaje de familiarización que tenía como objetivo vivir en primera persona la experiencia a este destino para engrandecer y rentabilizar el oleoturismo, un producto que ha venido para quedarse.

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