España es la bodega y la despensa mundial de aceites de oliva, con la provincia de Jaén a la cabeza, aunque sigue sin marcar la pauta para contar con precios dignos y razonables que satisfagan plenamente los intereses de los productores, sobre todo los de la tipología del olivar tradicional.  Es la prueba concluyente que resume esta campaña: una discreta producción, pero sin valor.

La producción nacional ha ascendido a algo más de 1.414.000 toneladas, más de 1.142.000 de las cuales obtenidas en Andalucía y 560.000 en Jaén, lo que representa que el territorio jiennense ha logrado casi la mitad de lo cosechado en el ámbito andaluz y cerca del 40% del aceite de oliva conseguido en nuestro país. Unos datos que representan la sexta mejor cosecha de este siglo XXI en términos productivos, casi pareja a la quinta (1.416.000) y a la séptima (1.413.000).

Transitamos ya por el último tercio de esta campaña oleícola y ya podemos sacar conclusiones ilustrativas de lo que ha sido la 2024-2025, que transcurre por el noveno mes, una mensualidad en la que dentro de unos días podremos hacer una primera aproximación para barruntar cómo viene la 2025-2026, un primer termómetro con el que olfatear qué nos muestra y qué nos dice el mar de olivos una vez que evaluemos cómo ha afectado la “caída de San Juan” en el olivar. El olivo, pese a todo, tiene algo más de reservas de agua que en años precedentes, la campaña de riego se prevé casi normalizada y en principio la floración no ha tenido episodios extraordinarios adversos, salvo las altas temperaturas de finales de mayo, además de otras circunstancias muy localizadas e inhabituales que son irrelevantes para el conjunto de la producción.    

A estas alturas ya podemos inferir a modo de corolario que no había razones objetivas para el desplome tan acusado de las cotizaciones. Partíamos de escasas existencias (un enlace a 30 de septiembre de 186.000) y una estimación de media cosecha; aunque, no obstante, ha sido mejor de lo esperado gracias al gran comportamiento que ha tenido el olivar de Jaén, para el que se pronosticó una cosecha de 445.000 toneladas de aceites de oliva, que han resultado ser finalmente de 560.000, un desfase de 115.000 más, con lo que el error del aforo ha sido considerable, un hecho muy llamativo por infrecuente gracias al rigor que tiene demostrado esta herramienta de trabajo.

Conviene subrayar, asimismo, que las salidas y la comercialización (exportaciones más el mercado interior) van razonablemente bien, con casi un millón de toneladas vendidas en ocho meses (de octubre a mayo). Ahora bien, no nos engañemos: vender está muy bien, pero a qué precios. Tiene poco mérito comercializar sin valor un producto saludable como el aceite de oliva que no es excedentario. ¿Por qué España no puede mantener las mismas cotizaciones que Italia? Ahí hay mucho trabajo por hacer desde hace años, décadas incluso, y no aprendemos la lección, por lo que hay que trabajar en torno a esta cuestión nuclear: valor y volumen, con rentas que satisfagan los intereses de todos los eslabones de la cadena.

Ya saben lo que opino a este respecto: que hay que ejercer de verdad el liderazgo desde todos los ángulos, sin tantas proclamaciones grandilocuentes ni predicándolo de boquilla como papagayos. Para eso hacen falta líderes y savia nueva en cuanto a mentalidad, planteamientos e ideas, orientadas siempre al mercado para no perder ese componente empresarial que debe ser consustancial a toda la actividad productiva y de negocio. Y el olivar y los aceites de oliva lo son. No tengan la menor de las dudas.

No soy muy optimista, visto lo visto, para esta recta final de la campaña. Pero lo que sí tengo claro es que quien pone en marcha las mismas estrategias está condenado a repetir sus resultados y a tropezar con la misma piedra. Por eso tengamos en cuenta que si queremos hacer una mejor y más grande tortilla hay que romper más huevos y echarle otros condimentos para mejorar las rentas. ¿O seguimos como siempre, echándoles la culpa a los demás sin hacer autocrítica, sin poner en práctica las actuaciones que son necesarias y sin tomar las decisiones que deberían ser de imperiosa necesidad?

*Asensio López, director de Oleum Xauen

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