Expoliva 2023 ya es historia. En sus anales pasará a formar parte de manera destacada y en un anaquel de privilegio. Y lo hará con buen sabor de boca, como viene siendo habitual, y con buena nota porque, una vez más, ha sido, es y será la feria de la alegría del aceite de oliva si no nos dormimos en los laureles, una expresión que acuñé acertadamente hace años. Y que este año cobra más sentido y tiene más mérito en esta edición por cuanto las circunstancias y el contexto no invitan a estar contentos por el panorama de esta paupérrima cosecha y por la que se avecina, para la que ojalá me equivoque y no sea prima hermana o gemela de la actual. Por eso tiene doble mérito la alegría que he visto.
Ha sido una buena feria, no lo duden, pero aún puede serlo mucho más. Hay que tener una discreta y moderada ambición, siempre bien entendida, para alcanzar mejores cotas. Para lo cual hay que seguir extremando aún más si cabe la profesionalización e incrementando el número de países y visitantes extranjeros, pese a que ha sido la más internacional. Esos son dos retos y dos desafíos sobre los que hay mucho que trabajar y sobre los que no hay que renunciar bajo ningún concepto. Aquí se viene a hacer negocio, no a comer pan. Tengámoslo claro, por si acaso.
Al igual que hay que seguir mejorando otros asuntos, como los aparcamientos, un asunto sobre el que se ha progresado, así como la agilidad para que no se formen picos ni cuellos de botella en el tráfico, muchas veces inevitables, y la restauración sigue siendo una asignatura pendiente, para lo que hay que facilitar la labor y la estancia al visitante. Hay que darle más de una vuelta en este sentido.
Y hay que abrir un debate sereno, sosegado y desde la reflexión sobre varios asuntos, algunos de los cuales ya me he pronunciado en infinidad de ocasiones, pero que siempre caen su debate en saco roto, para lo que demando argumentos convincentes de peso. ¿Es posible hacer Expoliva anual? ¿Es rentable? ¿Hay masa crítica suficiente para dotarla de contenido anualmente? ¿Hay aceites todos los años? ¿Hay innovaciones e investigaciones que presentar? Sopénsese pros y contras.
¿Es necesario que el Simposium Científico-Técnico siga como está, con el mismo formato, el mismo sitio, las mismas fechas y la misma escasa presencia que a veces brilla por su clamorosa ausencia con el gran interés que tienen las comunicaciones y las ponencias y con el gran trabajo previo que se hace? No nos engañemos, hablemos claro y sumemos para sacarle más partido. Es una pena condenarlo al ostracismo por mor de una agenda abultadísima y una superferia que se lo “come” y lo eclipsa totalmente. Una buena idea sería que comenzara el lunes de Expoliva.
Y otra cuestión, está bien dar premios y reconocer la labor y la valía de cuantos estamos en este sector del olivar y de los aceites de oliva que tanto seducen y enamoran. Pero, al igual que lo valoro, también sostengo que hay que buscar fórmulas más ágiles e imaginativas para no devaluarlos,
Tiempo habrá de hacer más valoraciones, sirva ésta reflexión como un primer punto de vista de urgencia. Felicidades y mi enhorabuena a todos los que hacen posible que tengamos la mejor feria mundial del aceite de oliva y de las industrias afines. Y esto tampoco toca en una tómbola ni es producto del azar. Y la hacemos en y desde Jaén para el mundo, sin complejos y dando lo mejor de nosotros. Así que a seguir picando piedra y elevando el listón de este evento del que como jiennenses nos tenemos que sentir todos muy satisfechos y muy honrados. El telón sigue subido y levantado para 2025. Se admiten propuestas y sugerencias para hacer una Expoliva aún más grande. Nos va mucho más de lo que nos creemos.
*Asensio López, director de Oleum Xauen