Las ferias, las muestras y los eventos de promoción en el sector agroalimentario nacieron con la razón de ser de hacer negocio, consolidar e impulsar la imagen de marca de las empresas participantes, fidelizar clientes, abrir nuevos mercados y servir de punto de encuentro. Como quiera que la vida va cambiando de forma acelerada y evoluciona a pasos agigantados se hace preciso, por cuanto entiendo que son necesarias, darle una mano de barniz a estos certámenes con el fin de adaptarse a las nuevas circunstancias y a los nuevos tiempos y contrarrestar las señales de cierto agotamiento y a los indicios de cierta fatiga.

La irrupción de internet y su digitalización, la gran proliferación de muestras, los altos costes y otros factores a tener en cuenta hacen que sea necesario insuflar soplos de aire fresco, más profesionalización, imaginación y una programación realmente atractiva y útil para que no se estanquen; algo que compete, además de al que organiza, también al que expone. Por eso, debe haber un trabajo previo, durante el evento y la postcelebración de la feria. Debe de haber mucha correa de transmisión de cara al exterior.

Y cada cual debe buscar su sitio y su hueco en estos foros, teniendo claro la propuesta que ofrece, sabiendo que no es fácil ante la gran sobredimensión y competencia que se ha producido en este mundo de la exposición de productos y servicios. Ya no vale con el mero hecho de exponer por exponer y de verlas venir; se requiere de algo más, un plus de valor añadido, estudiar a su público diana, enganchar al consumidor de múltiples maneras y captar su atención desde la diferenciación, la singularidad y la oferta complementaria que atraiga su interés, aunque reitero que no es una cuestión fácil ni hay varitas mágicas. Y aunque parezca una perogrullada, no todo está inventado, pero hay que currárselo en el tiempo con entrega, determinación e interactuando antes, durante y después del evento al que se asiste.

Parto de la base de que estos encuentros no suelen ser un gasto, sí una inversión, lluvia fina, intangibles que son difícil de medir, aunque también entiendo que las empresas hagan sus números y valoren su retorno en términos económicos y sociales. Pero ojo, tampoco hay que ver sus resultados en el corto plazo. Hay que darle tiempo al tiempo. Porque entiendo que si se trabajan a fondo, nunca el tiempo es perdido y jamás supone un derroche de esfuerzos. Por regla general, todo esfuerzo suele tener recompensa.

No obstante, siempre hay que tener en cuenta el elemento nuclear que gravita en el mercado y en el consumidor, al que hay que llegar de manera directa y continuada, un día sí y otro también, a través de muchas vías.  Al fin y al cabo son los jueces implacables que dan y quitan razones, nos guste más o  nos guste menos. Y eso sí supone algo más que un simple barnizado. Porque además de ser visibles hay que hacer negocio, y no sólo económico, también reputacional y de marca.

*Asensio López, director de Oleum Xauen

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