No seré yo quien eche agua al aceite de oliva, válgame Dios, faltaría más. Mi militancia activa como jiennense y como rotundo defensor a ultranza de los buenos aceites de oliva virgen extra de Jaén están fuera de toda duda y entiendo que doy sobradas muestras de mi compromiso por poner a este cultivo y a este producto en el lugar que honestamente se merece. Y por eso quiero apuntar algunas reflexiones al hilo de la Fiesta del Primer Aceite de Jaén, en la que  se ha conseguido toda una demostración de poderío a la calidad de los frutados picuales jiennenses de cosecha temprana, intensos, equilibrados, ricos en matices e inigualables en sabor y en aroma, pese a lo complicada que ha sido esta recolección adelantada por tanta acumulación de estrés hídrico y de olas de calor como ha padecido y sufre el olivo, y eso que hoy ha llovido por fin.

Alcanzado este éxito, que es incuestionable, sí me gustaría reseñar algunas pinceladas para intentar ser útil y para no dormirnos en los laureles, más allá de destacar la vertiente positiva, que no admite duda alguna y por la cual hay que felicitar a la organización y al sector que ha sabido subirse a este carro de la mejora de la calidad. Pero, no podemos perder de vista que esta cosecha temprana es testimonial en cuanto al volumen envasado y producido, la cantidad es escasa. Por ello, hay que ver este nuevo fenómeno como una experiencia que es punta de lanza, tarjeta de presentación y elemento que eleva la autoestima de nuestros excelsos AOVEs, pero que en términos económicos no es relevante por cuanto se elabora aún poca cantidad. No nos engañemos.

No creo que sea bueno perder ni siquiera un minuto en mirarnos el ombligo ni en sacar pecho en este sector que tiene que aclarase qué camino toma en este presente tan turbulento y en el futuro próximo de tanta incertidumbre. Porque no nos puede bastar con que Jaén sea la máxima productora y ya lidere también la vertiente cualitativa. Pese a los avances, con esas dos patas de la cantidad y de la calidad no nos llega para ser más competitivos y para ejercer el liderazgo que en teoría tiene Jaén y su olivar tradicional, que más pronto que tarde necesita que lo hagamos más competitivo, gane en músculo y fortaleza porque para su pervivencia tiene que ser eficiente, sostenible y rentable, adaptado a los nuevos tiempos, ahorrando costes y subiéndose al carro de la modernización en la medida que se pueda. Hay que ganar el futuro desde el presente. Y quien no lo quiera ver así hace un flaco favor a un sector oleícola que en Jaén tenemos la obligación y la responsabilidad, además de sentirnos muy orgullosos de él, de engrandecer y de enriquecer para que siga generando empleo y riqueza. Y hay que seguir dando grandes pasos para no quedarnos a verlas venir. Jaén lo precisa.

*Asensio López, director de Oleum Xauen

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