Parece que seguimos sin querer enterarnos y sin explicar de forma sencilla y clara lo que pasa respecto a la controversia suscitada con la escalada de los precios de los aceites de oliva. Una vez más voy a tratar de arrojar un poco de luz a un asunto que es bien fácil de entender si se quiere prestar atención y ello con el objetivo de ayudar a desentrañar lo que ocurre, que es mucho más fácil que la bola que se ha engordado en torno a los aceites de oliva, que siguen en la diana.
Y lo que es peor y más preocupante, unas veces con análisis superficiales, otras veces simplistas y la mayoría de las veces farragosos por parte de un sector productor que no tiene que tener ningún complejo en dar explicaciones en relación con esta subida. Así que paren ya este desatino, un poquito de por favor, por el desprestigio que se le hace a nuestra joya culinaria y por el impacto negativo a la marca de un producto saludable, muy saludable, que tiene una gran duración y versatilidad en las cocinas y que en contra de lo que parece no se consume tanto en España como algunos tratan de subrayar. ¡Qué no! ¡Qué no! Hablemos con datos, cifras y tengamos memoria también, además de resaltar lo bueno que es consumir estos zumos de aceituna fresca. Prestemos atención en las duras y en las maduras porque parece que lo más profundo de esta polémica es la superficie, la espuma que se genera.
Vamos a ver, señoras y señores. Ha habido muy poco producto y las expectativas de producción no son nada halagüeñas, todo lo contrario. Lógicamente, el precio tiene que subir inexorablemente para que el mercado se autorregule vía cotizaciones. Si no hubiera sido así, desde el inicio del verano no habría aceites de oliva porque el producto se habría agotado ya. ¿Lo entienden? Y otra cosa, creo que hay poco margen de especulación porque no hay producto, y en el caso de que lo hubiera, no sé a qué esperan a denunciarlo para que se actúe con urgencia por parte de las administraciones competentes y se compruebe si hay episodios de especulación. Y eso soslayando, además, lo que han subido también los costes de producción (carburantes, energía, fitosanitarios…). Y no sigo para no ser farragoso. Las explicaciones, cortitas, directas y al pie para no desviarnos del foco.
Por terminar de manera algo más optimista les comento que la aceituna ha salido al balcón con estas escasas lluvias, se ha limpiado la cara. Se ha puesto guapo el fruto y el olivar parece otro, más apuesto, aunque prácticamente no ha llovido casi nada en términos generales. Eso me da pie a remarcar que todo pasa por el agua, por una mejor gestión, una mayor planificación, un mejor reparto y un asunto que debe ser una cuestión de estado, nunca ser utilizado como arma arrojadiza e interesada. Aprendamos la lección.
*Asensio López, director de la revista Oleum Xauen