La comercialización de aceites de oliva ha bajado un 35% en los diez primeros meses de esta campaña oleícola 2022-2023 (de octubre a julio) respecto a la anterior, según los datos consultados por Oleum Xauen en la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA). Hasta el pasado 31 de julio se han comercializado casi 904.000 toneladas de aceites de oliva, un 35 por menos que en el mismo periodo de la campaña precedente y un 34 inferior respecto a la media de las cuatro últimas. Entre octubre y julio de la anterior campaña se vendieron casi 1,4 millones de toneladas y algo más de 1.367.000 toneladas fue la media de las cuatro últimas.

Estos datos hacen que el promedio mensual en estos diez meses se haya establecido en 90.400 toneladas frente a las 139.600 de la pasada y a las 136.700 de la media de las cuatro últimas. De esas 904.000 que se han comercializado hasta finales de julio, 608.300 corresponden a exportaciones, lo que supone un 32 por ciento menos respecto a la anterior campaña, y 295.500 han sido para consumo interior, un 41 por ciento inferior a los diez meses de la pasada 2021-2022. Es decir, que dos terceras partes de las ventas han tenido como destino el mercado exterior y una el interior.

En cambio las importaciones totalizan en estos diez meses casi 169.000 toneladas de aceites de oliva, un cinco por ciento menos que en la anterior campaña y un seis por ciento más que la media de las cuatro últimas. Entre tanto, las existencias a 31 de julio ascendían a 383.000 toneladas, un 39 por ciento menos que en la anterior campaña. Y todo ello ha sido producto de la segunda peor cosecha del siglo XXI, con 663.300 toneladas, un 56 por ciento inferior a la anterior y un 54 menos que la media de las cuatro últimas como consecuencia de los efectos negativos derivados de la emergencia climática que han agudizado el estrés hídrico del olivo. Una circunstancia, la de la escasa oferta, que ha dado como resultado que los precios estén en máximos históricos en todas las categorías.  

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