En este momento del año en el que nos encontramos, y con las lluvias que han caído en gran parte de nuestro país, conviene hacer un análisis detallado de cómo han afectado estas precipitaciones a la comarca de la Sierra de Cazorla y, sobre todo, cuáles son los datos que se manejan actualmente. «El mes de mayo se ha portado de manera dispar con precipitaciones escasas en la comarca. De hecho, de media han caído unos 25 litros por metro cuadrado, cifra que no termina de dar el impulso que se necesitaría», aseguran desde la DOP Sierra de Cazorla.

«En la actualidad hay acumulados, teniendo en cuenta que ya las lluvias serán escasas porque estamos muy cerca del verano, unos 430 litros por metro cuadrado desde septiembre hasta la fecha; sin embargo, un año medio son 600 litros los que caen en nuestra comarca, por lo tanto, tenemos 170 litros de déficit hídrico», añaden.

Y agregan: «Esta cifra es más importante de lo que parece a simple vista y puede explicarse claramente con números, que dan cuenta de la importancia que tiene este déficit hídrico. Un solo litro por metro cuadrado parece no tener importancia, pero esta cifra supone, en una parcela de una hectárea, 10 metros cúbicos de agua; es decir, un déficit de 10.000 litros. Si esto lo trasladamos a la planta, en un marqueo normal una hectárea la componen 100 plantas, y si tenemos en cuenta el reparto de agua de un solo litro por metro cuadrado, estaríamos hablando de que cada planta ha dejado de tener a su disposición 100 litros. Por lo tanto, si tenemos un déficit de 170 litros, podemos decir que cada planta ha dejado de disponer de 17.000 litros de agua».

Esta situación no es menor, porque viniendo de un ciclo de sequía, el hecho de que a la planta le falten 17.000 litros de agua supone para ella un freno importante. «Muy diferente sería si viniéramos de una situación hídrica normal», subrayan.

Floración

Respecto a la floración, ya podemos afirmar que este año la media de inflorescencia por brote es de 6,56. El pasado año fue de 9,78; por lo tanto, tenemos 3 flores menos de media por brote. Y la media histórica en la comarca de Cazorla es de 7,43.

Cada inflorescencia tiene una fertilidad notable, que se sitúa en un 63%; y la media histórica de fertilidad en la comarca es de un 54%; «por lo tanto, estamos actualmente por encima de la media, en cuanto a la fertilidad de la flor se refiere».

Además, en zonas de riego y de secano hay poca diferencia. Las zonas de riego tienen 7 inflorescencia de media por brote y el secano tiene 6; sin embargo, la fertilidad es muy similar hasta el momento: un 62% en riego y un 64% en secano, por encima de la media histórica en ambos casos, puntualizan.

«Podemos afirmar que, de momento, las perspectivas no son malas; sin embargo, hay un hecho importante que puede suponer un freno: está a punto de comenzar, en las zonas más adelantadas de la comarca, la llamada “caída de San Juan”. Se trata de una caída fisiológica que sucede a razón de las reservas nutricionales de la planta y de sus materias primas en general. La planta eliminará una parte importante del fruto cuajado e intentará sacar adelante el que realmente se ajuste a las reservas que tenga en ese momento.

Actualmente es la gran incógnita que puede determinar el que haya una cosecha en mayor o menor medida. Y esta incógnita se despejará en un mes. Hay que tener en cuenta que, como hemos explicado anteriormente, por planta hay 17.000 litros de agua de lluvia menos de los que debería disponer en un año con pluviometría normal y además estamos inmersos en un ciclo de varios años con déficit hídrico, lo que puede ser un factor importante que determine cuánto fruto puede llegar a buen puerto en el mes de junio.

Segunda y tercera generación del prays

Mención especial durante estas fechas merece el prays, una plaga que va adaptándose a las distintas fases del olivo. Actualmente nos encontramos en el cambio de generación, de la segunda, que ataca a la flor, al inicio de la tercera, que ataca al fruto recién cuajado. «No disponemos en este momento de demasiados datos, con respecto a la tercera generación y su incidencia en el fruto que está cuajando, ya que nos encontramos en el momento del paso de una generación a otra, lo que sí hemos podido constatar es que la incidencia de la segunda generación ha sido dispar en nuestra comarca, observándose una baja incidencia en los olivares de campiña y una incidencia importante en los olivares de montaña y más retrasados fenológicamente, que en varias zonas ha supuesto un problema que ha comprometido la floración».

Sin embargo, es importante destacar que si las temperaturas se mantienen altas, jugará en favor de que la plaga no sea excesivamente dañina, porque el calor ambiental hace que las puestas de huevos del prays se queden vacías y por tanto las consecuencias respecto al fruto se minimicen.

Si las temperaturas son suaves, el ataque puede ser serio, por eso es fundamental que el agricultor esté vigilante, porque la larva se introducirá dentro del fruto recién cuajado, pasará todo el verano ahí, alimentándose de la semilla de la aceituna y, a finales de septiembre, saldrá, en lo que se llama la “caída de San Miguel”, provocando caída de fruto a finales de septiembre como consecuencia de la tercera generación del prays del mes de junio, pero de momento nos encontramos en sus comienzos y conviene estar alerta, aseguran desdee la DOP Sierra de Cazorla.

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