
La Fiesta del Primer Aceite de Jaén, con sus excelsos y codiciados picuales, no ha defraudado en la tierra de la cuna del olivar; es más, emociona cada vez más ver ese ejército de AOVEs. Martos ha tenido el honor de acoger de forma hospitalaria por segunda vez este evento oleoturístico que da el pistoletazo de salida de una manera festiva a la nueva campaña 2025-2026 para disfrutar de puros zumos naturales de fruta fresca de aceituna envasados en elegantes y vistosas botellas con mostos de rutilante verdor, intenso aroma, sabores frutados, potentes, complejos, equilibrados, con un repertorio de amplios y sutiles matices herbáceos y florales.
Una celebración que ha coronado ya su duodécima edición con éxito y notoriedad con el objetivo de promocionar los aceites de oliva virgen extra de excelencia de la provincia de Jaén, fomentar su consumo y estimular la mejora de la comercialización, además de valorizar la cultura de los aceites y el olivar a través de su fusión con el turismo, lo que se ha dado en llamar el oleoturismo, un segmento que aún está en pañales pero que tiene un futuro más que prometedor.
Jaén, el territorio más productor del mundo de aceites de oliva en cantidad y calidad, ha sabido con esta Fiesta del Primer Aceite, junto con otros elementos de promoción, construir bien un buen relato, una narrativa, una idea, una historia, con su intrahistoria, que ha pasado de ser un sueño a una palmaria realidad con credibilidad, solvencia y rigor. Y eso es mérito de muchos, de su esfuerzo, de una decidida apuesta y de una revolución silenciosa que pusieron en práctica unos pocos visionarios y que luego se generalizó porque vino para quedarse: la bendita recolección adelantada, la cosecha temprana, un camino sin retorno, que caló como lo hace la lluvia fina y continuada.
Una cosecha temprana a la que hay que imprimirle una marcha más desde el punto de vista cuantitativo en cuanto a envasar aún más este superalimento que es pura delicia y que enamora y seduce a todo aquel que lo prueba, lo cata o lo consume en crudo, en frituras, en elaboraciones, en aliños, en guisos… Y que hay que ampliar, desde los frutados intensos a los maduros para conseguir mayor riqueza en términos de valor añadido, sabedores que la tarta de la mejor grasa saludable está segmentada por tipos y calidades, y todos tienen su legítimo espacio y cada cual tiene su protagonismo y ocupa su lugar, tiene su público y hasta su precio.
Por eso hay que dar con su horma con el fin de sacarle el máximo partido, en su justa dimensión y armonizando el esfuerzo para exprimir su rentabilidad, no sólo en términos económicos, sino también de imagen, de marca, porque sigo pensando que los aceites premium tienen un precio más que asequible al ser un producto gourmet con un PVP barato en comparación con otros alimentos. Superado el debate de buscar la calidad, que ha pasado de ser la excepción a la norma, hay que ir ahora a por la generación de más valor, prestigiando aún más si cabe este exclusivo y vertebrador alimento de la dieta mediterránea para posicionarlo en el lugar que se merece. Por eso no hay que bajar la guardia. Hay que perseverar en la excelencia, con disciplina, imaginación, pericia y diferenciación.
Y dicho todo esto me ha llamado la atención algunas sonoras ausencias de AOVEs de postín en esta fiesta, que también es su fiesta, valga la redundancia, al igual que han brillado por su ausencia muchos representantes políticos en un acto institucional que representa un homenaje al sector y un reconocimiento público a su producto estrella. Por lo demás, los productores, en términos generales, están contentos, pero muchos de ellos admiten que la celebración de esta Fiesta habría que celebrarla en la capital jiennense por distintos motivos y argumentos, entre ellos el de la población. Como me ha recordado un productor con la frase popular “donde hay tejas…hay alegrías”.
*Asensio López, director de Oleum Xauen




