
Si quieren que les sea sincero les diré que no me ha sorprendido en absoluto la propuesta de la Comisión Europea respecto al nuevo Marco Financiero Plurianual 2028-2034 de la Política Agraria Comunitaria. Una PAC que da la sensación que se va apagando en las últimas décadas como una vela tanto en su tarta económica como en el andamiaje por el que fue creado este instrumento que surgió hace sesenta años para fortalecer el modelo único de integración de la agricultura y la ganadería europea y del que España lleva disfrutando de sus beneficios cuatro décadas.
Un modelo de política que se debilita en el tiempo por distintos y variados factores, entre ellos por la indudable y palmaria apuesta por la Defensa en esta ola reaccionaria mundial y de salvaguarda de las fronteras que nos invade; por el nuevo escenario geopolítico, por las consecuencias aún del brexit o porque en Europa no se le da la debida importancia a este sector primario tan vital para el día a día frente a otros de más influencia. Una auténtica frivolidad, un dislate.
Vaya por delante que dicha propuesta es una mala noticia, rechazable de plano porque se poda el espíritu y la cuantía de fondos en uno de los sectores más importantes de la economía como es el agro, un sector que por cierto recibe subvenciones como lo hacen otros muchos, con lo cual no satanicemos las ayudas si incentivan la producción o por los beneficios sociales, laborales o medioambientales que reporta. No son sopa boba. Otra cosa más discutible es el modelo de reparto.
Conviene decir que estamos en un estado embrionario de la negociación y que veinte Estados de la UE han mostrado abierta y públicamente su respaldo a una PAC fuerte, con futuro y con suficiente presupuesto, con lo que todo hace indicar que la propuesta podría sufrir modificaciones tras estos primeros compases. No obstante, es evidente que la letra es mala frente a una música que desde hace meses desafinaba y distorsionaba el compromiso claro y la apuesta nítida que habría que tener por la alimentación, objetivo primordial de la PAC. Vuelvo a reiterar una de las frases que suelo emplear a menudo: no podemos hacer una buena y gran tortilla si no rompemos huevos. Y si se recortan fondos y se vacía de contenido la PAC, pues la tortilla se hace más pequeña y se toca a menos.
Ya conocemos los antecedentes y el recorrido que tienen la mayoría de las propuestas de los marcos financieros plurianuales de anteriores periodos. Se avecina, por consiguiente, un periodo de meses calientes con un calendario de protestas y movilizaciones; una negociación larga y tediosa, y unos resultados finales que son inciertos a la vista de cómo está la situación. Por eso, habrá que pelear, con acción, diplomacia y pedagogía, en distintos frentes y ámbitos la retirada de la propuesta y su mejora por el bien de todos, especialmente de los agricultores y de los ganaderos.
Y de paso, un aviso a navegantes. Visto lo visto, de forma paralela hay que centrar mucho más los esfuerzos en el presente y en el futuro en tener una clara e inequívoca orientación empresarial por el mercado. Ahí es donde se corta el bacalao, donde está el valor añadido, donde se generan los beneficios de una buena comercialización. Por eso, hay que darle valor a los cultivos y a los productos y alimentos que de ellos se obtienen, empezando en primera instancia por los propios productores.
*Asensio López, director de Oleum Xauen