Le preguntas a los políticos y a parte del sector por las cotizaciones de los aceites de oliva o por las tensiones de precios y es como si le mentaras la bicha. Se ponen de un perfil que no es normal. Y me preocupa que se haya normalizado esta anómala situación de hacer mutis por el foro como para salir del atolladero por no sé qué razón, como el que silba con las manos en los bolsillos, que si el mercado, que si la ley de la oferta y la demanda, que no hablo de precios y mil excusas peregrinas que no tienen a mi juicio ningún sostén argumental lógico.

No pasa nada por dar cada uno su opinión, faltaría más. Y si se quiere se puede hacer hasta una apelación al equilibrio, al sentido común y a lo razonable en cada momento y en el contexto de cada campaña, o a lo que cada cual estime conveniente y oportuno dentro de unos cánones rigurosos y razonables. Si porque digas una cosa u otra los precios no suben ni bajan con esa alegría que algunos se creen. ¡Desengáñense!

No son tan influyentes ni condicionan el mercado como pueden creerse. Ya les gustaría a algunos influir con sus manifestaciones públicas. Opinar es un ejercicio sano, enriquecedor, justo y necesario para conocer sus puntos de vistas. Y es que me reafirmo en lo que vengo sosteniendo desde hace tiempo: faltan líderes y liderazgos con carisma. Sobra mucho manual, mucha política de argumentario, mucha gente de guión. Y así seguimos, con políticas a veces del siglo pasado, caducas y trasnochadas, que no conducen a nada, que sólo se las lleva el viento con el paso del tiempo en un papel que lo aguanta todo.

Y no lo digo por nada en particular ni porque yo tenga alguna obsesión a este respecto. Pero ocurre que las cotizaciones son el aspecto central y nuclear de este negocio oleícola, su razón de ser, su elemento mollar, y claro que hay que pronunciarse públicamente, sobre todo para sumar y a veces para arrojar un poco de luz en este desconcertante mundillo de los precios, seas eurocomisario, edil de un pueblo de 100 habitantes, presidente de grupo oleícola o agricultor raso que cuelga el traje el fin de semana y se pone el mono de trabajo. Pues claro que hay que hablar y exponer la opinión para conocimiento de la gente y en beneficio del interés general. Si no, apaga y vámonos.

Y eso, siendo consciente que este sector es muy heterogéneo y con intereses muy contrapuestos por cuanto no todos defienden lo mismo, algo que es muy legítimo que cada cual trate de preservar lo suyo y arrime el ascua a su sardina. Pero eso no es incompatible con, a partir de este axioma, explicar el punto de vista sin quedar en evidencia ni retratado con un silencio absurdo o con una larga cambiada que yo particularmente no entiendo cuando les pregunto por los precios y sus tensiones.  Déjense de mantras y opinen, eso sí con rigor, solvencia y de manera razonable. Se gana mucho en credibilidad.

*Asensio López, director de Oleum Xauen

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