El biochar, conocido en algunos círculos como el ‘oro negro’, tiene un importante potencial. Carboliva, empresa productora de biocarbón con sede en Puente del Obispo (Jaén), explica un uso poco conocido en España pero que se está implantando en numerosas ciudades, la plantación de árboles urbanos con biocarbón a través del “Modelo Estocolmo”.
La utilización del biochar en los árboles de ciudades o pueblos tiene importantes beneficios, uno de ellos, y por el que cada vez se interesan más administraciones, es que evita que las raíces de los árboles dañen las aceras. Con el sistema del “Modelo Estocolmo”, que mezcla piedras y biocarbón, se reduce la compactación de los suelos, maximizando la circulación del oxígeno y el agua, lo cual facilita el crecimiento óptimo de las raíces hacia las profundidades y, por lo tanto, se evita que los pavimentos sufran daños. Además, en las profundidades, las raíces son más resistentes a la sequía porque el subsuelo, rico en poros, les proporciona agua y oxígeno. Por esta razón, y por las propias bondades del biochar, que mejoran la fertilidad del suelo al favorecer el desarrollo de microorganismos y aumentan su capacidad de retención de agua, los árboles urbanos mejoran su salud y por tanto su capacidad de supervivencia.
El estudio que realizó Bjorn Embrén, director del Departamento de Paisajismo de la ciudad de Estocolmo, y que dio como resultado este sistema, concluyó por ejemplo que los árboles de 6 años plantados en suelos estructurados con biocarbón eran cinco veces más grandes que los árboles de 30 años plantados utilizando técnicas de plantación de árboles urbanos más tradicionales. El Instituto Nacional de Investigación de Carreteras y Transportes de Suecia (VTI), un instituto de investigación independiente y de renombre internacional en el sector del transporte, dio su visto bueno a esta técnica que posteriormente se ha utilizado en muchas ciudades del mundo y por la que se están interesando otras muchas.
Otra ventaja del uso del biochar en árboles urbanos es que funciona como sumidero de carbono al secuestrar en el suelo una importante cantidad de CO2, lo que supone por tanto reducir la contaminación en esa localidad. Además, el biocarbón reduce la lixiviación de nutrientes de los suelos urbanos y fija los metales pesados, algo igualmente valioso para los municipios.
Por último, se trata de una práctica totalmente sostenible, ya que el biochar se produce con biomasa, en el caso de Carboliva, con la pulpa y el hueso de aceituna.