
La almazara Oleícola San Francisco (Esencial Olive), en su línea de diversificación y referente también en oleoturismo, elabora en sus instalaciones de Begíjar más de 50 marcas de AOVE en esta campaña oleícola 2025-2026 de distintos perfiles y diferente procedencia, pero con el mismo objetivo común: la búsqueda de la ansiada calidad del producto final, la valorización de la cultura oleícola y la necesaria colaboración entre empresas por cuanto, lejos de ver a estas marcas como competidoras, las consideran aliadas.
Así lo sostiene José Antonio Jiménez Molina, propietario de Oleícola San Francisco junto con su hermano Manuel . “En nuestra línea de diversificación hace ya años decidimos compartir el humilde conocimiento que íbamos atesorando. A ello contribuyó la obtención de premios importantes, nacionales e internacionales, que hicieron de alguna forma que nuestra marca estrella (Esencial Olive) se posicionara con un aceite de referencia. Esto quieras o no te posiciona, y además si somos responsables 100% de nuestra elaboración hace que tengamos unas pautas y unas formas de trabajar que también empiezan a ser objeto de miradas”, subraya.
Y añade: “Sin darnos cuenta hemos creado una forma nueva de ver el mundo del aceite, el compartir nuestra pasión por la calidad y desarrollar la comercialización con coherencia, por lo que creímos que sería el pistoletazo de salida de muchos otros que no sabían cómo arrancar, y cuando les dimos calor.. y aconsejamos para que su proyecto prosperase, lejos de ver en ellos competencia, sino auténticos aliados. Ahí fue cuando este proyecto empezó a dar sus frutos”.
Ya son más de 50 las marcas que confían en Oleícola San Francisco cada año, marcas y proyectos de distintos perfiles, locales, provinciales e internacionales, que han elegido su forma de trabajar para seguir la línea de la calidad, donde mucho tienen que ver aspectos como el márketing, el diseño, el packaging, los estudios de mercado, elección de target… “Cada uno en su parcela, cada uno con su auténtica historia familiar, que se convierte en el mayor aliciente de compra para ese cliente que está cansado ya de la compra por precio, sin conocer lo que hay detrás de un producto, detrás de un nombre”, señala.
A su juicio, esto está suponiendo una valoración de la agricultura, de los territorios rurales, de la vida asociada a un árbol, a un producto, a un conocimiento cada día mayor de los consumidores, que cuando conocen la verdad del producto, el precio ya no es un problema, es un valor.
“Todas nuestras marcas han empezado con cosechas tempranas, pero muchos de ellos ya van entendiendo que no todo es cosecha temprana, hay mercado para vírgenes extra, hay mercado para vírgenes…. y han subido escalones para entender esta carrera de la comercialización”, agrega.
Y concluye: “Van perdiendo el miedo a afrontar mercados extranjeros que necesitan gestión de exportación, tratar con autoridades sanitarias, con gestores portuarios y aduaneros, empiezan a hablar lenguajes tecnológicos que ya no dan miedo; y, sobre todo, creando una comunidad convencida de que la calidad, la cultura y la colaboración serán nuestra auténtica diferenciación frente a los emergentes mercados productores que se van incorporando a la producción de esta bendita grasa vegetal que se está poniendo de moda en el mundo, y en el que afortunadamente Jaén, con proyectos de calidad como éste que afrontamos desde Oleícola San Francisco, tendrá mucho que decir en los próximos años”.




