Enfilamos la recta final de esta campaña oleícola 2024-2025 y comprobamos que las ventas serán otra vez superiores a la producción obtenida en España con un enlace ligeramente superior de existencias respecto a la 2023-2024 y con precios mucho más bajos en el mercado de origen. Un estocaje que a 30 de septiembre alcanzó las 186.000 toneladas y en ésta presagio que estará en el entorno de las 300.000, si bien hay que tener en cuenta que octubre es casi irrelevante en términos productivos, por lo que es oportuno subrayarlo. .

A finales de junio quedaban en España 645.000 toneladas de aceites de oliva para afrontar las necesidades del mercado de los meses de julio, agosto, septiembre y el mencionado octubre, aunque hay que puntualizar que dicha mensualidad agosteña no se caracteriza por las grandes ventas por eso de las vacaciones estivales. En los nueve primeros meses de esta campaña la comercialización ya había superado el 1,1 millón de toneladas en una campaña en la que se han producido en el conjunto nacional 1.414.000 toneladas de la mejor y más saludable grasa vegetal.

Obviamente varias conclusiones se pueden extraer a primera vista de esta situación. La primera es que el aceite de oliva no es un producto excedentario y la segunda es que no se le da el valor que realmente tiene y merece. ¿Por qué entonces se banaliza su cotización si no hay condiciones de mercado para ello? El productor, sobre todo el de olivar tradicional, tiene que tener inexcusablemente el deber y la obligación de trabajar con una decidida orientación por el mercado y no sólo producir. No basta sólo con las tareas agronómicas. No deberían valer ya más excusas, ni ser indolente, ni mirar para otro lado. Hay que coger este toro por los cuernos, un astado que es el mismo de casi todas las campañas y que no hay manera de torearlo. De ahí las embestidas y cornadas campaña tras campaña, si me permiten la expresión.  

Ahora la gran incógnita para la próxima campaña estará centrada en saber qué disponibilidad total de producto tendrá España con la producción, las existencias y las importaciones para afrontar las estrategias de precios que sean más eficientes y rentables para el productor, subrayando que la campaña dura 12 meses y no 12 semanas. Por lo pronto lo que no debe hacer el sector es precipitarse ni dejarse llevar por ese componente psicológico a veces irracional que parece consustancial a buena parte de los que producen el oro verde. Por eso, sería bueno no traspasar las líneas rojas que ellos mismos deberían fijar y cumplir, para mantener así un dique de contención de precios dignos e intentar cambiar la dinámica hacia una tendencia más positiva y mejor retribuida para que le salgan las cuentas a todos, sobre todo al olivar menor productivo para que no quede excluido del negocio oleícola.

Conviene recordar que el balance de la campaña oleícola 2023-2024 arrojó una producción final de 854.500 toneladas de aceites de oliva con una comercialización de 1.153.200 (exportaciones y mercado interior), cantidad que situó la venta media mensual en 96.100 toneladas al mes. Una campaña que contó con un importante dato de importaciones (236.400 toneladas) y un exiguo enlace de 186.000, de los más bajos de este siglo XXI, en una atípica campaña de buenos precios de los aceites de oliva en el mercado de origen originada por la crisis de oferta fruto de la emergencia climática.

*Asensio López, director de Oleum Xauen

Entradas recomendadas