Unos aceites de oliva virgen extra de premio, de sobresaliente cum laude. Así están considerados los néctares de aceituna de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Priego de Córdoba, ubicada en pleno corazón del Parque Natural de las Sierras Subbéticas, declarado Geoparque por la Unesco. Una figura de calidad diferenciada que enarbola con orgullo su meritorio y arrollador palmarés de galardones por cuanto confiesan ser la DOP más premiada del mundo, avalada con más de 2.300 premios a nivel mundial.

Priego de Córdoba es un bello, recogido y singular municipio de algo más de 22.000 habitantes, incluidos los de sus aldeas, que conjuga una destacada monumentalidad barroca con su paisaje andaluz de olivar tradicional, buena parte del mismo de pendientes pronunciadas, bien regado por el agua en el que el preciado líquido le concede un elemento diferenciador, al igual que el de su rica y variada gastronomía, e incluso de su historia. Un municipio en el que nació el primer presidente de la Segunda República Española, Niceto Alcalá Zamora, cuya casa natal se visita como museo.

Unos zumos de aceituna que se elaboran con pericia, con mimo y con esmero desde casi tiempos inmemoriales procedentes de olivares centenarios e incluso milenarios, muchos de los cuales se sitúan a más de mil metros de altitud con pendientes que superan el treinta por ciento. Unos olivares de montaña de los que se producen unos néctares naturales de fruta fresca de aceituna de excelentes cualidades saludables como consecuencia de su mayor porcentaje de compuestos fenólicos y elementos volátiles.

Un cultivo del olivar al que se entregan en cuerpo y alma unas 6.500 familias para cuidar con esmero el fruto de aceitunas de las variedades hojiblanca, picual y multivarietal (coupage), sin olvidar la autóctona picuda, la joya de la corona de la comarca prieguense. Unos AOVEs que se envasan en vistosas y elegantes botellas de las veinte marcas pertenecientes al Consejo Regulador de la DOP Priego de Córdoba, que consta de unas 30.000 hectáreas de olivar pertenecientes a los municipios cordobeses de Carcabuey, Fuente Tójar, Almedinilla y Priego de Córdoba.

Unos AOVEs de equilibrados y armónicos atributos de amargor y picante, de agradable y profunda aroma, así como de un sabor expresivo y con personalidad, que recuerda al tomate, a la hierba, a la alcachofa, a la hoja de olivo, a la higuera, entre otras notas frutales y herbáceas, como puso de manifiesto la secretaria del Consejo Regulador de la DOP Priego de Córdoba, Francisca García, en una pedagógica sesión de análisis sensorial, de una cata hedonista dirigida a un grupo de periodistas que tuvimos la oportunidad de visitar Priego de Córdoba para conocer sus excelencias y sus potencialidades.

Una DOP como la de Priego de Córdoba que ya ha cumplido un cuarto de siglo garantizando la calidad y el origen, que es compromiso de garantía por su riguroso proceso de control y que trata de sembrar excelencia a través de sus líneas de actuación enfocadas en el control de calidad, la formación, la promoción y la investigación. Y que además tiene a la colaboración como eje central de su actividad en una comarca que sorprende gratamente al viajero y que seduce al visitante.

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