
Esta campaña oleícola 2020/2021, también anómala en su versión orujera, pasará a la historia con un antes y un después por los rendimientos más bajos de la historia en Jaén hasta el pasado mes de febrero, por el Covid-19, por los iniciales bajos precios en el mercado de origen y por la menor producción, sensiblemente inferior a la estimada.
Al sector orujero no le salían los números después de varias campañas malas e incluso nefastas desde el punto de vista económico, casi para olvidar al no cubrir los costes de producción. Por eso impulsaron un punto de inflexión, centrado en la disposición de un nuevo elemento diferenciador en sus relaciones comerciales con el sector productor de aceite de oliva para la actual campaña.
Los orujeros decidieron, por consiguiente, cobrar a almazaras y cooperativas, por primera vez en la historia, por el transporte del alpeorujo y negociar su recepción en la planta orujera para su procesado con el fin de amortiguar sus efectos económicos y aliviar así su cuenta de resultados. Argumentaban este cambio de rumbo en que el precio medio del aceite de orujo estaba por los suelos, por debajo del umbral de los 600 euros por tonelada cuando el promedio en anteriores ejercicios era de 1.000 euros, por lo que adujeron que no podían seguir sufragando esta práctica de transferir de formar gratuita el alpeorujo, el principal y mayoritario subproducto del aceite de oliva del que se obtiene el aceite de orujo, la segunda grasa vegetal más saludable.
Pongámonos en situación. Veníamos de un año 2019 malo y un 2020 desolador sin paliativos en muchos sentidos, también para el sector oleícola y consecuentemente para las empresas orujeras. Año de una pandemia que causa estragos, con consecuencias extraordinariamente adversas en el canal Horeca (hostelería, restauración y cafeterías), que se abastece en gran parte de aceite de orujo; precios muy bajos y previsiones de una muy buena cosecha de aceite de oliva para esta campaña, en la que se auguraba entre nueve y diez millones de toneladas de dicho alpeorujo para su procesado.
Este desplome de precios, del que el sector orujero se ha ido recuperando en parte desde finales del pasado año 2020 gracias a la mejora experimentada por los aceites de oliva en el mercado de origen y por los precios más altos de sus competidores (los aceites de semillas), provocó que el sector orujero hiciera piña y de forma generalizada cobrara por el transporte y por la entrega de los alpeorujos, que por cierto venían cada vez más agotados, según sostiene el sector.
Así lo atestigua Joaquín Morillo, del Grupo Oleícola Jaén, que remarca “los precios de ruina” que atenazan al sector orujero desde hace dos años. Reconoce, sin embargo, que la situación ha mejorado y se ha revertido este desfavoble escenario, al tiempo que enfatiza el “gran esfuerzo realizado durante estos años”. Y se pregunta: “¿Qué va a pasar en el futuro? No hay nada cerrado. Estamos en un mercado de oferta y demanda, con grandes volúmenes de alpeorujos y de rentabilidad pequeña. Todo dependerá de cómo venga la próxima cosecha, del mercado y de la evolución de los precios”. En cualquier caso, sí tiene claro que hay que fomentar la economía circular, apostar por la biomasa tanto del orujillo y del hueso de aceituna, así como por mejorar el posicionamiento del aceite de orujo en el mercado.
Similar valoración mantiene el director de la Asociación Nacional de Empresas de Aceite de Orujo (ANEO), Joaquín López, quien, pese a todo, desea que “lo ideal es volver al modelo anterior y que este año haya sido una excepción” en cuanto a que la producción quede exenta del pago por deshacerse de este subproducto, para lo cual aboga porque suban los precios, con una cotización razonable y con una mejora de la comercialización. Mientras, el consultor estratégico Juan Vilar no oculta que en esta campaña se ha producido este punto de inflexión, con un antes y un después, y considera que en el futuro todo dependerá de cómo vengan las próximas cosechas de aceituna, del precio de los aceites de orujo en origen y del destino que se le dé al alpeorujo.
Por su parte, el gerente del Grupo Interóleo, Esteban Momblán, confiesa que “en principio esta práctica es coyuntural y ya veremos si en el futuro esta situación ha venido para quedarse, aunque puede ser un aviso a navegantes para que el sector productor busque soluciones y alternativas”, entre las cuales figuran la integración vertical del sector productor o la participación del mismo en orujeras, bien a través de su creación o formando parte de su accionariado.
Entre tanto, Cristóbal Gallego, presidente del Grupo Jaencoop y responsable de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, espera y desea que esta medida sea excepcional, se apueste “de verdad” por parte de las administraciones por los medios e instrumentos que faciliten la economía circular y se consolide el precio del aceite de orujo de oliva con el fin de que se mantenga una mejor posición en el mercado, junto con la consecución de nuevos retos.