Los olivareros vuelven de manera escalonada al tajo de la normalidad tras un tiempo que ha sido inédito en estas dos últimas campañas oleícolas derivado de la emergencia climática que ha traído un periodo prolongado de falta de lluvias y olas de calor, fundamentalmente, lo que dio lugar a dos paupérrimas cosechas consecutivas, lo nunca visto. Igual de desconocido que esta crisis de oferta que disparó los precios y los elevó a máximos históricos por la falta de producto y por la fidelidad de los consumidores que han aguantado, en líneas generales, los tirones de las tensiones de precios, aunque eso no fue óbice para que se resintiera el consumo, primero con cambios de hábitos y luego con trasvase a otras grasas vegetales.
Y ya parece que dejamos atrás este bienio negro, aunque ojo el calor y la sequía siguen haciendo de las suyas. Estamos en la campaña 2024-2025, con una cosecha en la que se salvaron los muebles gracias al extraordinario regalo de las precipitaciones del mes de marzo que dieron un respiro a un olivar más que sediento. Y con esta nueva campaña, la de los brotes verdes y la de las mejores expectativas de cosecha, catalogada de media, aunque con las oportunas reservas y la cautela que son necesarias para ver cómo viene la otoñada en cuanto a agua y temperaturas, así como su influencia en el rendimiento medio una vez concluya el delicado proceso de la lipogénesis.
Con este nuevo escenario y con la publicación de las cifras oficiales de estimación de cosecha avanzadas ya por las administraciones habrá una disponibilidad de 1,5 millones de toneladas de aceites de oliva aproximadamente en España (cosecha más el estocaje del enlace), cifra a la que habrá que sumar las importaciones. Pero, el quid de la cuestión estará centrado en ver si hay desescalada en las cotizaciones (el sector habla, en líneas generales, de un hipotético aterrizaje suave de los precios). Es deseable que se mantenga un escenario de estabilidad razonable máxime aún cuando el sector productor tiene la sartén por el mango, aunque pueda parecer lo contrario.
Junto a todo ello, hay que seguir, insistir y persistir con la promoción de las bondades saludables de la mejor grasa vegetal al objeto de recuperar el terreno perdido (consumo) y consolidar el mercado interior y las exportaciones, sin perder de vista el trinomio valor-volumen-ahorro de costes, entre otros retos, que hay que armonizar ahora que parece que hay un nuevo estado de ánimo tras la deseada vuelta a la normalidad productiva, con una tendencia de cambio de ciclo en este sector oleícola tan heterogéneo en el que España debe ejercer su liderazgo con audacia, con determinación, con capacidad de decisión y con personas carismáticas y con credibilidad para mejorar todo lo susceptible de mejora, que no es poco, siendo conscientes que las metas, los costes y hasta los intereses no son los mismos para todos.
*Asensio López, director de Oleum Xauen