Holla de Marimedina es un AOVE de la monovarietal picual que se estrena esta campaña oleícola 2025-2026 en el mercado. Un aceite de oliva virgen extra elaborado con aceitunas recolectadas en su óptimo punto de maduración en la finca del mismo nombre situada en Ibros. Eso le confiere el sabor de la autenticidad que da la tierra, la historia y la tradición de un pueblo eminentemente olivarero situado en el mismo corazón del centro mundial de producción de aceites de oliva.
Un cosecha temprana de olivar tradicional que impulsa Luisa Gámez Calvo, una joven romántica y apasionada del mundo oleícola que se enamoró desde pequeña de este cultivo y de este producto que tanta seducción despierta entre propios y extraños.
Por eso, y aunque la olivicultura no es su medio de vida, se embarcó en la gratificante aventura de producir en Oleícola San Francisco de Begíjar su propio zumo natural de fruta fresca de aceituna con una producción muy limitada, cuidada con esmero y con la fuerza de la juventud para dejar para los anales de la historia un AOVE elegante y con personalidad como reconocimiento a sus antepasados y a su familia, a una historia que nace en el paraje “Las Pozas”, también llamado “Holla de Marimedina”, denominación que da nombre a este puro néctar de aceituna.
“Somos una familia de Ibros enamorada de nuestros olivos y del aceite que producen. En este 2025 decidimos dar un paso más y crear nuestra marca, Holla de Marimedina, un homenaje al paraje donde todo comenzó: “Las Pozas”, también conocido con el mismo nombre que hoy da identidad a nuestro aceite”, señala Luisa Gámez Calvo.
Y añade: “Allí, a principios del siglo pasado, mi bisabuelo plantó un pequeño olivar para asegurar aceite para todo el año. Con el tiempo, mis abuelos continuaron su labor, transformando aquel pequeño sueño en varios terrenos que cultivaron con esfuerzo, cariño y dedicación. Lo que nunca imaginaron es que su legado seguiría vivo: primero con mi madre, que mantuvo la tradición, y luego con mi padre; que, sin venir del campo, llegó a amarlo tanto como ellos”.
“Crecí –agrega- entre esas historias que hoy sé que son verdad. De jugar entre olivos, pasé a sentir la necesidad de continuar con esta herencia, cuidando nuestras tierras y compartiendo con el mundo el fruto de nuestra historia: un aceite que sabe a familia, a raíces y a identidad. A día de hoy, con orgullo, ya hemos presentado Holla de Marimedina al mundo, un aceite de oliva virgen extra que no solo se degusta: se siente”.
Y resalta que su aceite destaca por un frutado intenso, limpio y verde, con aromas inconfundibles a aceituna verde, hoja de olivo y tomatera. En boca ofrece un equilibrio perfecto entre amargor y picante (medio-alto), con una sensación envolvente y un final persistente que invita a seguir disfrutándolo. “Porque cada gota cuenta una historia. Y ésta, es la nuestra”, proclama con satisfacción Luisa Gámez Calvo.










