Juan Vilar Hernández, analista agronómico internacional, consultor estratégico y profesor permanente en excedencia de la Universidad de Jaén, analiza en esta entrevista con Oleum Xauen las previsiones de cosecha de aceite para la próxima campaña, que pronostica de elevada. Por ello, teme riesgo de colapso al existir en el sector una falta de uniformidad o adecuación entre el ámbito productor en el campo, el almazarero y el orujero. Además, afirma que en dicho sector hay una clara crisis de demanda, por lo que receta promocionar el consumo y aboga por la diferenciación, la singularización y la eficiencia sostenible.
-¿Qué pronóstico hace de la próxima campaña 2020/2021?
La campaña próxima en España será elevada, de entre 1,65 a 1,73 millones de toneladas de aceite, con todo lo que las estimaciones exigen en cuanto a prudencia, y además dándose una situación completamente nueva como es la coexistencia de la campaña y la pandemia. Esto podría incidir en la misma mediante la no disponibilidad de recursos para poder recoger toda la producción, esperemos que no ocurra, la vendimia nos ayudará a entender qué podría suceder en la campaña de recolección de aceituna.
En cuanto a precios dado que el stock mundial podría ser de unas 750 u 800 mil toneladas, en su mayor parte de lampante, y la producción mundial podría llegar a las 3,2 millones de toneladas, con una demanda que sería del orden de 2,9 millones de toneladas, todo ello influirá en los precios de distinta forma. En cuanto al virgen extra, este por defecto de oferta en la actualidad se apreciará desde principio de campaña, comenzando en Portugal, y cediendo de forma gradual semana a semana. España se beneficiará de dichas cotizaciones durante al menos 2 meses con descenso gradual. El resto de categorías no verán modificadas su cotización, aunque muy previsiblemente el punto de inflexión más negativo en las mismas lo vivamos en septiembre de este ejercicio, y a partir de ahí mejore en pequeña medida.
-¿Por qué teme riesgo de colapso en la venidera campaña?
Si la situación es similar a lo que se espera, existe en el sector una falta de uniformidad o adecuación entre el sector productor en el campo, el almazarero y el orujero, tengamos en cuenta que los sectores almazarero y de recolección en campo, trabajar a una capacidad 5 veces por día superior al orujero, además, mientas que las balsas ostentan una capacidad de recepción estática máxima de 6,3 millones de toneladas, y la de trabajo en 10 meses, de 6,7 millones de toneladas, ello se encuentra en desequilibrio con la previsión de 9 millones de toneladas de alpeorujo, más 1 que podría quedar de enlace, los recursos y capacidades son plenamente insuficientes, y ello conducirá, sin lugar a dudas, a una hipotética ruptura de flujo, que podría tener unos efectos perniciosos en el sector, desde el punto de vista medioambiental, económico y social. Se necesita una adecuación de recursos y capacidades de forma urgente en el subsector de procesado de alpeorujo.
-¿Qué recetaría para mejorar el presente y el futuro de este cultivo y de este producto tan estratégico?
El sector atraviesa por una clara crisis de demanda, la misma se ha visto atenuada en cierta medida por el deshinchado en las inversiones de plantación de olivar, siendo 2019 el único año de los 22 anteriores que descendió la superficie mundial de olivar, pero no es suficiente para que la tendencia de los precios suba, y a ello habría que sumar una maduración de mercados estratégicos como es el español, tunecino, italiano, griego portugués, y el jordano, entre otros, esto conlleva una caída de consumo en los países productores que no es compensada, ni en los pequeños productores, liderados por Estados Unidos, donde se estabiliza el consumo, ni por los no productores, que aunque evolucionan positivamente, no lo hacen de forma suficiente como para tirar de esta magnitud y superar a la producción. A ello hay que sumar un envejecimiento del consumidor tipo de aceite de oliva, y unas generaciones venideras que no cogen el testigo, el entorno no es halagüeño.
La primera receta es promocionar el consumo, destinar todas las acciones potencialmente posible a tal fin, ello pondría el consumo a niveles similares a los de la oferta, y acabaría con el problema, manteniendo niveles de precios adecuados para todos los productores, sea cual sea su naturaleza de cultivo. No obstante, en el campo se ha de luchar por, sea cual sea el modo de cultivo, la diferenciación y singularización mediante olivares ecológicos, emotivos, biodinámicas, biorregenerativos, heroicos, olivares vivos, etc. Esto le confiere al precio una mayor robustez por la sensibilización del usuario a dichos productos, y por otro lado, siempre, buscar la eficiencia sostenible en la explotación del cultivo, ello nos proporciona niveles de coste adecuados a la situación que se vive en la actualidad en el mercado.